Un espacio de viajes entre la música y palabras

Es que una vez más la música es la responsable

martes, 31 de enero de 2012

en la calle
en la calle han derribado un edificio
te busco en todas las mujeres, te encuentro en todas ellas
llevan rastros de ti en su dulzura, en su caminar adormilado
sus cabellos que la llovizna hace rebeldes
te llevan
en la sorpresa que pinta en sus ojos mi mirada melancólica
te encuentro sin buscarte
en la calle han llorado las aceras
te busco en todas las mujeres, no hallo tu rastro en ellas
ese ademán empobrece ante tu mano suave
no eres tu, no te veo ahí afuera
las sombras que son no contienen tu calor
te ausentas
en el gesto que no es tuyo y me distancia
eres real y no estás
en la calle se desmantela una ciudad
te busco en todas las mujeres, sólo te busco
la música que me habla de ti, debo
el paisaje que me llena de ti, casas
el momento que es el primero, escucho
te busco
sin saber como encontrarte, sin saber como perderte
el desvarío de no saber
en la calle han cerrado la calle
te busco en todas las mujeres, y no hay mujeres aquí
recorren mi piel los rastros de tu recuerdo
acomodo la mejilla al eco de tu caricia
me perturba la resonancia del agua
te siento
sin capacidad ni razón para poder sentirte
en la calle, en mi piel

miércoles, 25 de enero de 2012

Suites, llegan Tortelier y Claret ...

Después de unas cuantas y largas semanas de espera me llegaron las suites de Paul Tortelier, mi iniciador en esta obra maravillosa, ya que fue el cellista que firmaba la primera versión que escuché hace (tantos) años y al que no había podido acceder desde entonces.
Lo que yo le debo a este hombre....
Como no soy experto en nada y menos en música barroca, no seré yo el que pontifique sobre las categorías de la calidad artística de las numerosas versiones de las Seis Suites a Violoncello Solo senza Basso BWV 1007-1012 de Bach. Desde aquí me limito a exponer el grado de arrobamiento que éstas me producen, ya comenté hace unos meses acerca de mi preferido, Beschi, y de la referencial de Rostropovich. Con la llegada de Tortelier ahora, la de Claret hace algo más y el ripeo a 320 kbs de las de Casals, ya cuento con siete muestras que exponen su visión de la partitura del genio.
Vayamos por versiones para intentar que la entrada logre mostrar mi alegría por haber accedido a esta joya que tiene tanto peso en el gestar de mi amor por la obra.  
Ya han llegado para quedarse
Paul Tortelier (1914 París - 1990 Chaussy) es heredero de la estela de Casals, como tantos otros intérpretes de cello del siglo XX, y él se consideró siempre un alumno del catalán. Su extraordinario dominio del instrumento y su luminosa versión de las suites le acredita como uno de las más aventajados que tuvo. Tortelier entra en las suites con la mirada alegre y el alma arrobada, un sonido limpísimo que nos habla del "descaro" de este francés que las graba tres veces a lo largo de su vida, la última en directo. El disco transcurre con una continuidad pasmosa, la música se instala en un viaje sonoro que las otras versiones no siempre consiguen ejecutar con un fluir tan constante, Beschi en bastantes ocasiones se cuelga de un sonido y momento brutales que acaba de lograr y detiene la trayectoria, aunque lo merezca, Rostropovich también mantiene una dinámica ágil pero aporta contrastes que perturban la métrica viajera, Casals y Claret naufragan en este aspecto, rehenes de los detalles pierden de vista en algunos momentos el conjunto. Paul muestra el dibujo que tiene en su cabeza a través de esta dinámica, tan hermosa, tan esclarecedora. En esto, como todos los demás, el músico se aprovecha con mucho acierto de la senda ciega que abre Casals y mejora el producto, allá donde el catalán pone dirección, él culmina, donde Casals investiga, él se enseñorea. Es un ejercicio muy placentero el comparar las dos versiones porque el disfrute es doble y la percepción de los matices muy enriquecedora. La conclusión sobre el álbum es que valía la pena acoger de nuevo en mis escuchas esta versión. Pienso una vez más que los descubrimientos en aquella época en la que descubrí esta obra gozaron de un bagaje infinito, piezas de referencia interpretadas por maestros absolutos.
Año de grabación: 1961 Edad del intérprete: 45 años
Una obra cuidada de un músico cuidadoso
Lluís Claret (1951 Andorra la Vella - ) también es alumno de un Casals, pero no de Pau, si no de su hermano Enric, que fue su consejero durante años. Es una "joven muestra" de la saga Casals y su versión de las suites llegó a mis manos sin apenas conocer su existencia, a raíz de la entrada anterior Sergio me comentó que las tenía y que gustosamente me las dejaría para que las pudiera incorporar a la colección. La grabación prometía: registradas en la Abadía de Fontfroide por un reputado cellista, con varias interpretaciones en directo de la integral a sus espaldas, y recomendadas por el prestador del CD. No puedo decir que sea una versión mala porque sería una idiotez, ni tan solo puedo calificarla de menor sin tener en cuenta de que la tengo muy poco escuchada, lo único que sé es que la primera impresión que me produjo fue pensar: "Qué terriblemente difíciles de interpretar son las suites!", y es que se inician con la primera que es un reto técnico de primera magnitud, el peso de las extraordinarias versiones anteriores es cada vez mayor y cada músico busca la suya, Claret es manifiestamente prudente en el arranque de la obra y pierde fulgor desde un principio, consigue remontar en las suites 3, 4 y 5 y en la 6, la mía, sobrevive con mucha solvencia. Hay que escucharlas más y si es posible hay que verlo en directo, eso sería un sueño para MiMaría y para mí, creo que el dominio Claret sobre la integral es excelente y que es mi oído el que tiene demasiadas referencias ajenas, mejores a mi entender, para poder converger con el cellista en su universo bachiano.
Año de grabación: 2003 Edad del intérprete: 52 años
El más grande, los demás, a su espalda (foto de Yousuf Karsh)
Pau Casals (1876 El Vendrell - 1973 San Juan dePuerto Rico) es el Cellista del siglo XX, la referencia absoluta de este instrumento y el "culpable" de que las suites circulen entre nosostors con esa maravillosa normalidad, narrada está la historia de su descubrimiento y no la repetiré. El gran, el insalvable problema de Caslas es que es el primero, no tiene referencias previas en las que pueda tomar la distancia necesaria que todo creador debe poder mantener con su obra. Tarda cuarenta y seis años en grabar las primeras suites, no seré yo el que las criticará ni un ápice pero en la escucha (que he podido hacer a conciencia con los nuevos archivos de alta calidad), y sobre todo en la comparación, se observa lo que antes he comentado, se inician propuestas que no se acaban de desarrollar por falta de diálogo, el artista nunca es inmune a su tiempo y aus entorno, ni a sus referentes. Y al genio Casals le falta eco contrastador, creo que en algunos caso el timbre es excesivamente violinesco, con ese sensacional abanico de posibilidades sonoras que ofrece el cello, y sus sucesores, al tener su referencia, pueden mejorar ese sonido y llevarlo hacia una cuerda más de cello que a mí me llena más. La intensa y prolongada dedicación a las partituras le lleva a ofrecer una lectura pormenorizada que le resta el ritmo como ya decía en el párrafo de Tortelier, y, finalmente, la calidad sonora de la grabación es, lógicamente, inferior. Todo ello constituye el pequeño grupo de matices que no logran empequeñecer el valor de esta grabación ni restarle un gramo de placer en su escucha, cuando Pau pone las suites en su cello sabe perfectamente lo que hace y logra una altura interpretativa soberbia, logra que sea imprescindible tener su propuesta entre las que se poseen.
Año de grabación: 1939 Edad del intérprete: 63 años
El "tapado", Wispelwey un genio
Pieter Wispelwey (1962 Haarlem - ) el benjamín de los aquí citados me vino a través de un blog que se cerró inesperadamente donde José Manuel Recillas ofrecía SU fonoteca de forma gratuita, el blog era una gozada porque además de poder acceder a muchísimas joyas, podias leer las cultas y preciosas entradas del bloger. En una de las que visité más veces glosaba las casi veinte versiones que tenía de las suites, me quedé con las ganas de bajarme alguna más pero quería hacerlo teniendo tiempo para escuchar lo que me bajara y el cierre me pilló a medias. Bien, en esa entrada estaban casi todas las famosas (Tortelier no, es curioso) y Recillas alababa especialmente esta, la segunda grabación de Wispelwey, un "enfant terrible" bastante divertido, en la que indicaba con agrado el vigor, la imaginación y la solvencia con la que Pieter afrontaba la obra, con una edad en la que la mayoría de genios está aún estudiando y practicando las suites, él ya sacaba su segunda versión y la convertía en referencial. Yo no he oído la primera pero esta segunda es magnífica, convengo con Recillas en sus comentarios, la interpretación es plena, con un aire muy intenso y con una concepción muy moderna de Bach, pero una modernez que la hace muy auténtica, podría describirse como la de un joven genio que es irrespetuoso con el peso de los mayores pero muy esclavo del lenguaje musical que reinterpreta. La grabación con un cello barroco, como Beschi contribuye a la riqueza sonora que hace esta versión imprescindible, a los oídos de Recillas, y a los míos.
Año de grabación: 1998 Edad del intérprete: 36 años
Beschi dando clases de cello

Rostropovich dando clases de humanidad
Robert Cohen (1944 Londres - ) es una incorporación curiosa fruto de su inclusión en la integral de bach que Briliant editó hace unos años. Mi primera intención era borrar de aquella integral toda obra de la que tuviese una versión mejor o de referencia, pero no lo hice porque las suites que contenía me gustaban bastante, si bien las escucho muy de tanto en cuanto. Hace un par de años me lancé a la aventura de averiguar quien era el más que correcto intérprete al cello y finalmente lo logré. El ex-niño prodigio británico que debutó con 12 años en el Royal Festival Hall tocando a Bocherini grabó en 1990 estas suites. El inglés fue alumno de William Pleeth y tomó clases con Jacqueline du Pré, André Navarra y Mstislav Rostropovich, y no puede negar lo de éste último, el mayor defecto de sus suites es que son un homenaje muy respetuoso con el maestro Mstislav. Muy correctas, con un ritmo consistente y algo más, algo más que no demasiado, cálidas que las de su maestro. No es un disco que recomendaría para tener una sola version de esta obra pero no desentona como complemento de las otras seis.
Año de grabación: 1990 Edad del intérprete: 36 años
Sobre Beschi y Rostropovich ya comenté en la entrada del Arco en las cuerdas y tan solo aportaré a aquel texto la actualización precisa y los datos que complementan los comentarios. Beschi sigue siendo mi preferido y el maestro ruso sigue ofreciéndome una alternativa consistente y potente.
Mstislav Rostropovich (1927 Bakú - 2007 Moscú) Año de grabación: 1991 Edad del intérprete: 64 años
Paolo Beschi (1953 Brescia - ) Año de grabación: 1998 Edad del intérprete: 35 años
Y estas son las suites que disfrutamos en casa, recientemente ampliadas y por ello motivo de esta entrada.



sábado, 21 de enero de 2012

Blues en Mali, el delta vuelve al hogar (I)

El río que se hermana con el desierto, el Mississipi
Este lunes pasado, como en un dejà vu precioso del instante que inició este blog, recibo una llamada. Como en aquella ocasión era de Carlos y podríamos decir que los parámetros de la llamada fueron bastante similares, el objetivo era el mismo: notificarme acerca de un concierto de alguien que nos gusta a ambos y dar por sentado que iríamos a verlo, esta vez con MiMaría (claro). Pero, a diferencia de la primera llamada, el espacio donde glosar acerca de ello ya existe y se llama Jazz, aunque los músicos de los que voy a contar no practiquen este estilo en absoluto. Incrementando la cualidad coincidente de la llamada se añade la circunstancia de que la entrada ya estaba rondándome por la cabeza desde hace unos días pero tenía previsto hacer otra antes de embarcarme en esta. Después de la entrada del goce cruel pretendía oxigenarme con algo suave y novedoso en este blog y de momento el proyecto queda aparcado.
El desierto que genera la música de los nómadas
La llamada era para advertirme sobre el próximo concierto, esta vez en Barcelona, de los maravillosos Tinariwen y, huelga decirlo pero me gusta repetirlo, está claro que allí estaremos porque a ambos nos encanta esta formación. El grupo merecería una entrada por sí solos pero desde el principio supe que quería recomendarlos junto a otro músico africano con el que guardan ciertas similitudes formales. Alí Farka Touré es su pareja del baile de recomendaciones que pretendo exponer.
Tinariwen, que significa "desiertos" en bereber, es una banda de tuaregs del Sahara formada en 1982. Las divisiones territoriales que impuso occidente les hace malienses pero creo que les importa un rábano, ellos son hijos del desierto, bereberes puros: "Cuando un tuareg no ve el cielo, siente que su alma está prisionera porque los muros la han encerrado. Nosotros decimos que las casas son las tumbas de los vivos y, el desierto, la abertura del alma", cuenta Anara el Moktar, que trabaja con el grupo Tinariwen y preside la Asociación Tuareg en Francia y Europa. (1) Es posible expresarlo de muchas maneras pero pocas tan claras como esta, el espíritu de las dunas y el sol, de los camellos y los campamentos, del implacable sabor de la arena calcinada por el sol, todo ello rezuma en la música de los Tinariwen. El fundador y líder de la banda es el guitarrista Ibrahim ag Alhabib y esta circunstancia es la que confiere una cualidad especial a su música, Ibrahim es un bluesman de la cabeza a los pies, amante del sonido del delta, ellos le llaman Assouf (nostalgia, o sea blues) y con una sensibilidad mestiza que hace maravillosa su música. El 20 de marzo de este año tendréis una entrada con la crónica del concierto que iremos a ver, pero para todos aquellos que no puedan ni quieran ir existe su discografía que merece ampliamente la pena. Teneré (1992) y Bamako (1993) son sus dos primeros discos y no están editados en Europa (que a mí me conste), aún no los he conseguido y por ello no puedo más que pensar que serán muy buenos pero poco más puedo decir.
La belleza de la portada nos anuncia su interior
El The Radio Tisdas sessions (2002) es el siguiente en su discografía y el primero que pude escuchar, y desde el primer tema, Le chant des fauves, me quedé fascinado por los punteos blueseros que conforman la estructura de la canción, bailando entre las voces y la percusión tuaregs. Prosigue el disco y Nar djenetbouba, se inicia de nuevo con una guitarra que firmaría cualquier maestro del Misissipi, si fuera a lomos de un camello!, la música de Tinarawen es un viaje rítmico que se genera bebiendo de sus raíces más puras. La profundidad absoluta de su simpleza aparente es preciosa, en cada tema, hasta el final del álbum el viaje se hace más luminoso, los músicos nos hipnotizan con eses pocos, y tan bien desarrollados, elementos: las voces puras que cantan con la mirada en el horizonte, los juegos vocales que presenta el grupo tienen un hálito tan vital y eterno que sorprende que no sean de escucha obligatoria, las guitarras que colorean el canto, tanto Blues y tanto África en ellas! y un poco de percusión para que la base rítmica ordene el torrente calmo de la música. El disco es excepcional y está excelentemente producido, suena exactamente como tiene que hacerlo y la luz del desierto se cuela permanentemente por entre sus rendijas. El Tisdas se cierra con una pieza en directo, Tin-essako, que no hace más que incrementar el deseo de que llegue el concierto próximo.
Una guitarra que sustenta al camello...
Amassakoul (2004), El viajero, es el disco de asentamiento y consagración después del primero, una gira por los States y el reconocimiento de ese pequeño mundo dentro del universo musical que es el de los amantes del Blues y de la música Étnica. Los parámetros estilísticos de este trabajo no cambian, en oídos poco trabajados la música de Tinarawen puede sonar como una única canción que se alarga hasta el silencio del final del disco, la riqueza está en las sucesivas escuchas de su propuesta, en dejarse mecer por los innumerables matices de su frugal sonido. Siguen las voces y las guitarras, en la producción se añaden algunos elementos de percusión que salpican algo más las bases pero todo suena similar porque todo sonaba ya estupendo. Amor por el desierto y por los siglos de un pueblo libre al que no dejan de intentar domeñar.
El agua y la música, el gesto hosco de los resistentes
Aman iman (2007), El agua es vida, proceder del desierto y no cantar esa proclama no sería entendible y los Tinarawen pueden ser muchas cosas pero nunca dejan de ser habitantes del Teneré. El nuevo trabajo presenta alguna novedad formal, las guitarras se endurecen un poco y aparece la eléctrica, hay ampliación en el registro estilístico sin moverse de su bello universo musical, desde la excitante Cler Achel que abre el disco uno recibe Ahimana (Mi alma), un canto místico deslumbrante y venenoso, con  el cuerpo arrebatado por los jinetes de camellos que se han parado a tocar entre las dunas, sigue con Soixante trois que es una balada bellísima donde la voz nos traspone (no he conseguido hacerme con la traducción de esta maravilla pero intuyo que el canto añora tesoros pasados y evoca futuros luminosos). Llega Toumast. mi preferida del álbum, una enérgica y hechizadora canción donde el riff se apodera del tiempo y los coros fluyen majestuosos, unos punteos de la guitarra solista alborotan con maestría y la magia está conseguida. El Aman es su mejor trabajo hasta la fecha y nos muestra a una banda tremendamente sólida que ha logrado un sello propio y que disfruta de la solvencia de unos cuantos años de trayectoria, no importa el pequeño eco que puedan producir en el mercado, ni que su público sea un marginal fragmento de melómanos, lo trascendente es que nos ofrecen el gozo de saberse heraldos de un pueblo admirable y nos regocijan con su música.
La portada del Imidiwan se dulcifica y apela a la esperanza
Imidiwan: Companions (2009), Compañeros. Los touaregs siguen glosando los valores que conforman la vida en el desierto, el viaje, el agua, los compañeros. La foto de la cultura que ellos representan sigue ampliándose y este trabajo les hace crecer de forma admirable. El disco arranca con tres maravillas seguidas, Imidiwan, Lulla y Tenhert. El canto salmodioso hacia el compañero de dunas que contiene su primer tema merecería en sí mismo que tuvieran una entrada en este blog, me tiene capturado desde la primera vez que lo escuché y ahí sigo. Lulla es un eléctrico medio tiempo con una guitarra que firmaría JJ Cale y no decae el nivel y el trío se completa con el momento en el que Tinarawen nombran su hogar, Tenhert y el disco alcanza un ritmo intenso, donde uno visualiza el pulso de los nómadas con una sensación de que el Blues de carretera no tiene fronteras, donde haya un alma viajera con talento musical habrá un canto hermoso sobre el ir y venir. El disco contiene diez canciones más de altísimo nivel y que son de obligada escucha, la electricidad está ya instalada de forma natural y el buen hacer de la banda sigue sin ofrecer vacíos. Casi al final aparece la cuarta cumbre de esta cordillera de sensaciones, Kel tamashek (Pueblo Touareg) es un fogonazo corto y vibrante que nos apabulla por la maestría de las guitarras y ese canto acelerado que nos ofrece. Un obra excepcional que se cierra con una pieza única, Ere tasfata adounia, su duración de más de nueve minutos es ya una dimensión peculiar en su discografía, y es que los últimos minutos del tema se construyen con el sonido de la guitarra de Ibrahim que parece dejar que el viento del desierto haga sonar las cuerdas, una despedida brutal que hace proseguir el recorrido por su música.
La luz del desierto, el viento y el color
Y llega Tassili (2011). La meseta que da nombre al quinto álbum del grupo es famosa por el monumental conjunto de pinturas y grabados rupestres del Neolítico, un lugar ineludible para viajar. Y la obra está a la altura de su origen y del grupo pero se nota el fichaje del combo por la industria. Es un objeción relativa porque el disco es muy bueno y parece injusto ponerle "peros", se genera a partir de la constatación del cambio que se introduce en la trayectoria de los Tinarawen, su lento pero imparable crecimiento no pasa desapercibida a la industria y los productores europeos "enriquecen" el trabajo con bajo, metales (New Orleans en el desierto, preciosos en Ya messinah), se lanza un Single, Tenere taqhim tossam y en general el sonido se intenta "mejorar". No soy contrario en absoluto al trabajo de producción, critico sin ambages cuando detecto una falta de ello, pero el excelente trabajo de Justin Adams en el Tisdas y el Aman había marcado un proceder que parecía perfecto y este disco lo abandona parcialmente. 
Grabado rupestre de Tassili
A pesar de que Eyadou ag Leche, uno de los tres fundadores de la banda, declare sobre el Tassili: "Quisimos volver a nuestros orígenes, a la experiencia de ser unos exilados... Aquellas veces en los que nos sentábamos alrededor del fuego del campamento, cantando canciones y meciéndonos con las guitarras. Tinariwen nació en ese movimiento, en esa atmósfera, por eso puedes escuchar en Tassili el sentimiento de ishumar (la música Touareg de resistencia)", a pesar de ello el sonido es menos puro que en los trabajos anteriores, hablo del acabado puesto que las canciones siguen siendo puras y preciosas. Tal vez sea un buen camino para los no iniciados el empezar por este último trabajo, el sonido les resultará menos agreste y la calidad de la música continúa cumpliendo los niveles anteriores. 
Los músicos de un pueblo sin estado, aires de Assouf
Creo que me he metido en un jardín, no quiero dar al sensación de que el disco sea peor que los otros, solo que es algo diferente y no puede parecer en ningún momento que maravillas como Ya messinagh, Tiliaden osamant, Djeredjere o Nak ezzaragh tinariwen (por citar mis preferidas de este disco) son piezas menores en la trayectoria de este admirable grupo. Mi valoración final del disco se verá enriquecida por la presentación en directo a la que asistiré y entonces, lejos de los productores, los touaregs darán la medida justa de esa música increíble.
Los recolectores de algodón, aires de Blues
Aquí debería proseguir con Ali Farka Touré, tal como estaba previsto, pero la extensión que ha alcanzado el texto hasta aquí me provoca un cambio de decisión y el Blues africano pasa a ser una serie que tendrá en Alí su segundo episodio. Ya decía en el principio del post que los Tinariwen merecían una entrada propia, ya la tienen.
"La arena es lo que da sabor a todo en el desierto, a la vida allí, es como la sal", Eyadou Ag Leche (1)

martes, 10 de enero de 2012

Goce cruel

Existe alguna justificación para el dolor humano? Creo que sí, sin el dolor no existiría la sensación de bienestar  (no opongo el placer al dolor ya que pienso que merodean ámbitos distintos) y por ello es un elemento necesario para lograr un estado existencial aceptable. A ello le añadiremos que el dolor físico es una herramienta tremendamente útil para el cuerpo ya que es el detector de las incidencias que éste sufre y actúa de eficaz alerta ante peligros, las personas aquejadas de enfermedades neuronales que están exentas de esta información tienen una gran cantidad de problemas debido a la falta de aviso.
La niña vieja Alejandra
Dicho todo ello queda claro que le reconozco al dolor una función imprescindible en el doble plano físico y psíquico, ya sea éste último emocional, afectivo o mental. Pero el otro día, mientras me sumergía en la lectura de unos poemas de mi querida Alejandra Pizarnik, me quedé con cierta sensación de contricción por el hecho de que aquello que me proporcionaba un placer tan intenso y permanente estaba provocado por la obra de una persona que había sufrido toda su vida de un dolor acuciante y que en su obra éste era el impulsor básico. Me apreció ocioso defenderme con el argumento de que mi placer no era el causante del mal generador pero el hilo de pensamiento me llevó a realizar un pequeño análisis sobre las relaciones entre el dolor y la creación artística. ¿Los poetas deben sufrir para ser grandes? ¿Es extensiva esta aparente verdad a otras disciplinas artísticas? ¿Sería mejor el mundo sin artistas dolientes? ¿Se justifica un Guernica por el horror que lo ha impulsado? ... No le dediqué demasiado tiempo a las respuestas, ni me siento capacitado para construirlas con la consistencia intelectual necesaria, ni me parecen más interesantes que las preguntas. En todo caso el conjunto de interrogantes me permite abrir esta entrada que está dedicada a dos artistas que tuvieron vidas desdichadas (con grandes momentos de plenitud durante la creación de sus obras) y de los que no me considero experto en absoluto pero que me han proporcionado, y me proporcionarán, momentos de goce, que no prenden ser crueles.
El pájaro traspuesto con Miles emocionado
Alejandra Pizarnik y Charlie Parker tienen muy pocas cosas en común, blanca, argentina, mujer, poeta y semidesconocida ella, negro, estadounidense, hombre, músico y archifamoso él. La palabra de una junto al aullido de un saxo del otro, sus artes son compatibles, es así como se gestó está entrada, leyéndola mientras le escuchaba. Sirva este blog una vez más para intentar difundir pequeños útiles que incrementen el nivel de placer de la especie humana.


Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.
Anillos de ceniza (Árbol de diana 1962)

Una lectura imprescindible, un paseo por el horror
Alejandra se erige en guardiana de los silencios y nos escupe esta caudal henchido de desolación, lo cuenta con el convencimiento de que su voz es mejor que la de ellos, los funestos, aquellos cuyas palabras son huecos de silencio y ante los que Alejandra escupe versos dolientes. En su ensayo “El poeta y su poema” Pizarnik describe un gesto de las artes plásticas que ella incorpora a su proceso poético: “adhiero la hoja de papel a un muro y la contemplo [...] A veces, al suprimir una palabra, imagino otra en su lugar, pero sin saber aun su nombre”.
El camino de Charlie es similar y contrario al tiempo, ambos trocan el murmullo lacerante de sus existencias en rugidos endiosados, la poetisa nos habla de "soles negros" (luz y no luz al tiempo para explicar el desamparo), el saxofonista nos inunda con el estallido del be-bop, se enroscan las notas del metal en nuestra alma y las aceradas aristas del sonido denotan que Bird solo era libre si volaba, la una crea para liberar la presión, el otro lo hace para sentir el vuelo. Parker llega a NY con diecinueve años y apenas cuenta con un par de años como músico, estamos en 1939 y la década de los cuarenta ve como nace y se afianza el estilo de Jazz que representaría la mayoría de edad definitiva para este género, el Be-bop que llevarían hasta lo más alto, Bird, Dizzy, Roach, Monk y Bud Powell. En unos años el saxofonista está en la cima del Jazz y su poderoso e intenso modo de lucha vital que muestra con el saxo le convierte en un modelo para los nuevos músicos y un incómodo partenaire en los conciertos, su adicción a la heroína, más tarde al alcohol, no son más que intentos de lograr algo de paz anímica mientras no puede hacer lo que le permite vivir entre tanta supervivencia, tocar Jazz. 
Bird and Diz
Preguntado acerca del sentido de su estilo y de las diferencias con sus predecesores, declara: "Todo es música. Se trata de tocar limpiamente y de encontrar las notas adecuadas" y algo más tarde, en una entrevista televisada, contesta enojado, ante las incisivas preguntas del entrevistador: "Dicen que la música es más fuerte que las palabras; dejemos pues que sea ella la que hable". El genio que firma tesoros como Billie's bounce, Ko-Ko, Ornithology, A night in Tunisia o Bird of paradise es deliberadamente cerrado al verbo puesto que domina como casi nadie el arte del sonido, pero su música derrocha elocuencia.
Alejandra derrocha la concisión de su texto afilado como un bisturí, en ambos se postula como en pocos artistas la vereda oblicua del sufrimiento lúcido, ambos derrochan visión clara y a ambos la realidad les hiere inmisericorde.

y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo
Cold in hand blues (El infierno musical, 1971)

Bird niega las palabras, Alejandra se las pone a un Blues. La tristeza en la poetisa es muy obvia, habrá quien no la hallará en la obra de Bird, para mí la hay y en sobredosis, el saxofonista arremete contra una forma de hacer música y, sobre todo en directo, la convierte en un grito de liberación que explica como pocas cosas la inmensa pasión que hervía en su interior. La judía de Avellaneda tuvo una adolescencia sombría en la que pronto desarrolló una fuerte adicción a las anfetaminas, dotada de una extraordinaria vida interior que no fue detectada hasta que explotó su obra poética (fue considerada borderline) y con una trayectoria personal repleta de la soledad más profunda. Me cuesta poco imaginar sus días, y sus noches, el misil de destrucción masiva que conforma su obra es demasiado poderoso como para pensar que su autora puede extraer los versos a partir de juegos mentales a los que es inmune, soledad, desarraigo, dolor, apatía, rechazo y el infinito amor por lo que siempre vislumbró y jamás tuvo, un lugar donde sentirse en armonía. Frecuentó en París a Cortazar y a Paz, consiguió mantener una actividad intelectual durante unos años, tradujo a Rimbaud y a Mallarmé, colaboró en revistas literarias... Todo ello no fue más que intentos por saberse en paz, por extirpar el sufrimiento que la acogotaba.
Una vida en las palabras

alguna vez de un costado de la luna
verás caer los besos que brillan en mí
las sombras sonreirán altivas
luciendo el secreto que gime vagando
vendrán las hojas impávidas que
algún día fueron lo que mis ojos
vendrán las mustias fragancias que
innatas descendieron del alado son
vendrán las rojas alegrías que
burbujean intensas en el sol que
redondea las armonías equidistantes en
el humo danzante de la pipa de mi amor.
Más allá del olvido (Un signo en tu sombra, 1958)

Verás caer los besos que brillan en mí... En el 58 aún guardaba esperanzas sobre su devenir, se sabía poseedora de códigos compartibles y por ello su poesía, a veces, es menor, muy hermosa pero sin la abisalidad que vendría poco después.
En Parker la trayectoria no es tan marcada, es una estrella rotunda (en el limitado firmamento del Jazz que ni entonces ni ahora deja de ser un género con repercusión modesta) a los veinticinco y se convierte en objeto de deseo de un joven trompetista procedente de Alton: "Hey Miles! ¡Me han contado que andas buscándome!". "Giré en redondo y allí estaba Bird, con peor aspecto que un hijoputa." ... ""Entró conmigo en el Heatwave, donde todos lo saludaron como si fuera el rey, cosa que era"... "Aquella primera noche no toqué. 
Bird volando
Sólo escuché, Y me dejó maravillado, tío, la forma en que Bird cambiaba en el momento en que se llevaba el instrumento a la boca. Mierda, pasaba de estar como hundido y ausente a que todo el poder y la belleza que llevaba dentro irradiasen de él."..."Podía tocar como un hijoputa incluso cuando casi se caía de borracho o cabeceaba amodorrado por la hermoína. Bird era un ser aparte." No seré yo el que corrija a Davis, aunque se un Davis jovencito y en busca de referencias, Bird siempre fue así y cualquiera que lo tratara opinaba lo mismo.
Pizarnik contenía en su interior el mismo brillo y también lo mostraba solo en su creación, su poesía irradia como la interpretación de Bird, la ventaja con la escritora es que en sus palabras podemos hallar las claves de su desventura, de esa dualidad de niña anciana que sobrellevó siempre, jamás pudo crecer y jamás pudo ser joven.








Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo 
porque aún no les enseñaron 
que ya es demasiado tarde

Señor 
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez 
cuando yo era una anciana 
Las flores morían en mis manos 
porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón 
Recuerdo las negras mañanas del sol 
cuando era niña 
es decir ayer 
es decir hace siglos

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
y ha devorado mis esperanzas

Señor 
La jaula se ha vuelto pájaro 
Qué haré con el miedo
fragmento de El despertar (Las aventuras perdidas, 1958)

Qué acongojante terror recorre estos versos, no me es posible destacar una sola línea por encima de las otras, todas nos hielan el aliento, todas nos cargan con huracanes de dolor. En mi relación con Alejandra, con su obra, se produce en pocas ocasiones aquello que se da frecuentemente en la lectura de poesía, uno va paladeando los versos y en alguno de ellos el aire se para y se hace necesario releerlo para poder proseguir, en este fragmento no hay clemencia posible, Alejandra ha puesto las palabras y ellas se han erigido en muros de locura, sin fisuras, sin piedad.
esto es Jazz
Ambos artistas son maestros del diálogo, muchas veces interior obviamente y por ello charlan en sus obras, ambos son adalides de la mudez y por ello la elocuencia campa en sus creaciones. Miles sigue contando: "Lo que realmente removía la mierda dentro de mí era tocar con Bird. Podía estar con Diz y charlar, comer y pasear, porque Diz es un tío estupendo. En cambio Bird era un hijoputa muy reservado. Nunca teníamos mucho que decirnos uno a otro. Nos gustaba tocar juntos, y ahí terminaba la cosa. Bird jamás te decía lo que debías tocar. Lo aprendías de él con sólo mirarlo, cazando al vuelo lo que hacía. Alejandra no puede dialogar con otros poetas, no se crea poesía en común, y lo hace con ella misma, toda su obra es un continuo diálogo con Alejandra, con la niña y con la mujer, con la sombra y con el molde.

ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
La enamorada (La última inocencia, 1956)
siempre
Nada más... Esta ha sido la entrada, muy difícil para mí, es una tarea imposible glosar dos artistas tan complejos y completos, tan próximos personalmente y tan queridos. El intento proviene de una tonta reflexión sobre el goce que el dolor ajeno nos puede llegar a provocar, el arte de dos suicidas que lograron finiquitar su angustia a los 35 y 36 años, que gozaron del prestigio y de la indiferencia. Que viven en mi.

miércoles, 4 de enero de 2012

La eternidad de la obra maestra

Resulta que uno es un poco contestatario y abomina de las estructuras que le encorsetan sin aportar valor añadido, y el calendario, esa convención que da sentido a los planes contables, a las campañas comerciales y a poca cosa más, nos indica que estamos en momento de novedades, de estreno como quien dice. Y ante la imposición de lo nuevo, yo enfrento la atemporalidad de lo eterno, la sustancia de lo auténtico frente a la vacuidad de lo accidental. Hoy el cuerpo me pide hablar del mejor disco de toda la historia de la música, en muchas ocasiones he apuntado que todo lo que expreso en este blog son opiniones fácilmente rebatibles y que no pretenden otra cosa que mostrar, interesar o aportar. Este no es el caso de hoy, el Kind of blue (1959) de Miles Davis, no podía ser de otra manera, es el mejor disco de Jazz sin duda, pero es que es el mejor disco de todos los discos también sin dudarlo. No hay otra grabación a lo largo de la historia de la música que reúna tantas virtudes, tantos valores universales y tanto talento en explosión. Esta entrada no pretende demostrarlo, de eso ya se han encargado muchos críticos, expertos y melómanos cultos a lo largo de los últimos cincuenta años y con ello no pretendo decir que sea mi disco favorito, sabido es por los lectores de mi blog que el Jack Johnson me gusta más, pero sé que no es mejor.
... so what?
No conozco a nadie que no se haya dejado seducir por esa bestial entrada del So what que abre el álbum, se tenga la cultura musical que se tenga, se proceda del entorno que sea o se opine lo que se opine sobre el Jazz, si uno no es sordo y le gusta la música es el disco perfecto para ser una obra de cabecera.
El disco es perfecto porque es eterno, se puede escuchar en cualquier época de la vida, y sospecho que muerto tampoco debe molestar en absoluto; es perfecto porque no es coyuntural, se puede escuchar en cualquier situación en la que uno se encuentre; es perfecto porque es inagotable, se puede escuchar tantas veces seguidas como uno desee que jamás le cansará ni le sonará ni una nota prescindible, es perfecto porque es un disco conceptual en el mejor sentido del término, todos los temas beben de la misma fuente y al mismo horizonte suenan, es perfecto porque el nivel de los músicos que lo habitan es inmejorable, es el mejor momento de todos (con la excepción de Miles que es más perfecto) y a pesar de la enorme envergadura de los trabajos posteriores de Trane, Canonball o Evans, todos los músicos nunca han sonado tan excelsos, es perfecto porque es el mejor disco de iniciación al Jazz y el mejor para los iniciados, y es perfecto porque a pesar de ser un disco de Davis es el trabajo de creación grupal más hermoso y rotundo que se pueda escuchar. En resumen, es el disco y es perfecto.
Hace unos días, cuando ya barruntaba que me apetecía escribir esta entrada, entrada que a diferencia de la mayoría no tiene guión previo, se escribe tal cual la voy pensando, me comentó Félix ( http://jazzeseruido.blogspot.com/2007/04/kind-of-blue.html ) que su primera entrada la había dedicado a esta obra, cosa normal porque si uno tiene un excelente blog de Jazz hay pocas cosas más con las que se pueda uno lanzarse a la aventura de iniciarlo. Nuestras dos entradas son muy diferentes pero empiezan de la misma forma, reconociendo la extraordinaria categoría del disco, como no podía ser de otra manera. Para ver una muestra de la envergadura que tiene la difusión de este trabajo de un género minoritario como es el Jazz, hay que saber que Google arroja 36.900.000 enlaces al introducir su nombre, frente a los 35.000.000 del Thriller que como todo el mundo sabe es el disco más vendido de la historia (7 millones el Kind frente a los 160 millones del negro que quiso ser blanco), con ello se demuestra una vez más que el arte siempre vence al mercado, aunque sea a regañadientes y sin hacer demasiado ruido.
La historia de la grabación del Kind se resume en el título del primer corte, So What, esa era la respuesta que Davis daba a muchos comentarios admirativos, o menospreciativos, acerca de su música, y cuentan que cuando se presentó en el estudio con las partituras (según sus propias palabras: "No escribí la música del Kind of Blue, sino que aporté esquemas de lo que cada cual se suponía que tocaría, porque quería mucha espontaneidad en la interpretación, exactamente como pensaba que existía en la interacción entre aquellos bailarines y aquellos tambores y aquel finger piano del Ballet Africaine (1)", Bill Evans miró sus papeles y preguntó el nombre de la primera pieza, "So what" respondió Miles y se le quedó el nombre. Y qué!, así de echado para adelante era el genio. Un par de sesiones, sin ensayos y con los músicos en tensión absoluta ante una música totalmente suave, eso es todo, así se graba el mejor disco de la historia.
Para rebajar un poco la euforia retomamos de nuevo la vos de Miles respecto al Kind: "Cuando digo a la gente que no conseguí lo que me proponía con Kind of Blue, que fallé en mi intento de incorporar el sonido final al sonido exacto del finger piano africano, todos me miran como si estuviera loco. Me replican que aquel disco fue una obra maestra (a mí también me gustó), y piensan que simplemente que trato de tomarles el pelo. Pero soy sincero al afirmar que el sonido a que me refiero era lo que me propuse reproducir la mayor parte del álbum, especialmente en "All Blues" y "So What". Fallé, y basta.
Se me ocurren tres razones que justifican estas palabras:
La primera es que ese disco significa el fin de una de las mejores formaciones que tuvo el maestro y se grabó en plena desintegración. Miles sabía por otros que Trane quería volar solo y eso le entristeció doblemente, por la deserción y por la ocultación. Bill ya estaba fuera del grupo, Winton Kelly era su sustituto y es el piano de Freddie Freeloader porque Miles lo citó para las grabaciones por si Bill Evans no aparecía (afortunadamente sí lo hizo). La sensación que tenía Davis en aquella época le confiere un aspecto negativo al disco que no puede eludir cuando lo analiza.
La segunda es que es un disco que representa un callejón sin salida para la búsqueda permanente de Davis, no puede avanzar más en esa dirección y eso le provoca cierta frustración. Su siguiente trabajo es el Sketches of Spain (1959) y no sería uno de los grandes discos del genio, un rumbo que no recobraría hasta la invención del Fusion, pero eso es otra historia.
la trasera de la perfección
Y la tercera es que un sabio como él, sabía que la perfección no existe y que el interior del disco siempre tiene una distancia hacia el hálito que lo inspira, no es ya lo que comenta sobre el sonido africano, es que si uno es sincero no existe crítico más despiadado con sus obras. Él lo fue con todas porque su cabeza contenía toda la música y sus grabaciones no.
Esta es la cosa y la cosa es esta, pasen y acomódense, el viaje más hermoso no cesa.
(1) Miles se refiere a un espectáculo al que Frances, su esposa de entonces que era bailarina, le llevó a ver en la época en la que él estaba gestando el nacimiento del Jazz modal.