El cello es un instrumento especial dentro de un conjunto de objetos muy especiales. Los instrumentos musicales, sobre todo pero no solo, de verdad, pertenecen al universo de artilugios con magia interna y externa, ambas de una potencia inusitada y con interrelaciones densas. La magia interior la genera y la disfruta el músico cuando alcanza una relación mística con su apero. Conocidas son las Lucilles de BB o el Duport de Rostropovich, no importa tanto el prestigio o la marca, lo que hace aflorar la maravilla es la comunión que alcanza el instrumentista con el objeto, de esa relación única surge el mejor sonido, la música más honda.
La magia exterior, que es la única que yo puedo aprehender, se genera en el impacto brutal que el sonido del instrumento provoca en un espectador oyente, es un sortilegio que sólo se puede disfrutar totalmente en los conciertos en directo. La combinación de ambas constituye una de las especialidades del cello, un instrumento de carácter meramente auxiliar en su inicio, allá por el XVI, y que en la actualidad luce con todo su fulgor, su peso dentro de las orquestas ha ido creciendo de la mano de compositores que han encontrado la luz propia que contiene (Vivaldi, Boccherini, Haydn, Beethoven, los románticos que lo encumbran: Schumann, Brahms, Dvorak, Mendelssohn, hasta el gran Shostakovich en el siglo XX). La sonoridad que posee, tan etérea y profunda al tiempo, lo convierten en un perfecto transmisor de los pasajes más íntimos que un compositor pueda crear; su hermano, el violín, es otro instrumento perfecto. pero no inspiró la composición de la obra que hoy comento, y eso, quedará siempre en su levísimo descrédito. Para interesados en este instrumento recomiendo el acceso a este completo estudio: http://es.scribd.com/doc/8443701/El-Violonchello
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El sonido brota, el arco acude a la cuerda |
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El redescubrimiento de un gran hombre |
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Pablo Pau dedicando una foto |
Gracias a Pau y a Bach hoy puedo escribir, después de la entrada de Mi disco, sobre El disco de Mimaría. Esta extraordinaria mujer con tan buen gusto generalizado, no siempre porque yo le gusto, atina casi siempre en sus elecciones, y tratándose de música no podía fallar. Su obra preferida son las suites de cello, las ama intensamente, las disfruta como pocas personas he visto gozar de una música y las siente como si fuera Ana Magdalena y le hubieran sido escritas para ella. Tuve el placer de dárselas a conocer al poco de estar juntos y la primera versión que incorporamos a nuestra discoteca fue una recomendación de Toni, el tipo del FNAC, muy original.
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Lo que Toni recomendó, el inicio de una pasión |
Mi primer contacto con esta obra hermana también estos dos discos preferidos, los conocí al tiempo en la época que viví en el piso de mis hermanas y el hechizo que me provocaron (Davis y Bach) fue similar en su enorme dimensión, tantos años más tarde y siguen siendo obras capitales escuchadas con asiduidad. Pienso, en una reflexión hilvanada con leves alfileres, que ambas querencias son fruto de nuestros genes, la celta María, europea y, por ello, hermanada con el arte bello y ordenado, se embelesa con la cadencia del sonido puro y hermoso de un cello escribiendo el arte en hermosas volutas. En mi caso, debido al mediterráneo africano que me habita, solvento el afán musical con la esencia de la música primitiva más intensa y sublimada, la fusión total que surge del pulso de los paisajes más salvajes, el arte asimilado a la intensidad y al impacto, bello pero sobre todo, generado desde las vísceras. Belleza o fuerza, ambas son arte.
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Un Bach perfecto, un viaje infinito |
Describir un sonido es difícil, una música casi imposible y una pieza como las suites, es una quimera, pero me permito la osadía de intentarlo y me sirvo de las etiquetas con las que Rostropovich tituló cada una de las suites. El texto de Mstislav que escribe y que acompaña su álbum es una delicia y una guía sensible en el transitar de las piezas.
Suite nº 1 en Sol mayor. La claridad. La suite preferida de Mimaría, es luminosa, muy profunda pero con una absoluta presencia de detalle en las notas, es una música sin melodía pero con recorrido. Un proceso tan sencillo como el de la respiración, un fraseo genera la energía y el siguiente la libera, inspiración y expiración. Luz en el alma, mesura y claridad.
Suite nº 2 en re menor. Pesadumbre e intensidad. Entiendo al maestro cuando titula así la suite porque es una pieza que expele melancolía de forma natural, es tal vez menos compleja en su discurso pero se mueve en honduras mayores. El viaje evoca el lado sombrío, la paz de una añoranza vencida pero presente.
Suite nº 3 en Do mayor. El brillo. Cuanto acierto en esa etiqueta. La suite es un prodigio de énfasis en los sones, la cadencia fulgura matizada por leves contrapuntos apagados que la realzan aún más. El éxtasis es recorrido a través de los reflejos de sonidos muy puros, extraordinariamente expuestos en el transcurrir. Todo es muy sutil en el desarrollo, todo es un goce permanente a través de los contrastes.
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Del maestro, hasta su texto |
Sauite nº 5 en do menor. Oscuridad. Un camino lóbrego serpenteado por luciérnagas sutiles, la belleza pura de la cara oculta por la sombra. Bach recita una letanía sentida sin mesura y en su soliloquio el cello nos hiere, una y otra vez, el alma placenteada en lo opaco. Rostropovich apunta al goce intenso en cada escucha de la Sarabanda, no puedo más que darle la razón. Oro puro.
Suite nº6 en Re mayor. Luminosidad solar. Las primeras notas del preludio ya inflaman el ánimo, son el paso inicial de un ardor impenitente, el recinto donde se escuche cobra vida y el cello desnuda las sombras. Ave Bach, rendido me has. Mi suite preferida no posee más que un defecto, hace más pequeño y trivial el resto del universo. Hasta el contenido Slava se lanza a la fiesta de los colores en esta pieza y manifiesta en su texto que es la coronación de toda la obra y una sinfonía en sí misma. El cielo se puede tocar.
Para acercarse al final de la entrada me parece oportuno y gracioso incluir una relación, no exhaustiva, de las apariciones de algún fragmento en obras visuales. Destaca el uso frecuente de Ingmar Bergman en sus películas (p. ej. Saraband), aparecen en: Master and commander, El pianista, Hilary y Jackie, La caída de los dioses, Crueles intenciones, Granujas de medio pelo, Another woman ... (más de 40 componen la lista). Dos series de prestigio las han incluído alguna vez: House y Expediente X, se usa en anuncios y hasta aparece en el video juego Gran Turismo IV (Si Bach levantara la cabeza!).
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Mis primeras suites |
Llegado a este punto no dejo de ser consciente de que es fácil deducir que muchas personas que jamás las escucharán las encontrarían monótonas y aburridas, no lo es tanto saber que pasaría si las escuchasen, y es seguro que se sorprenderían a sí mismos si se dejaran capturar por ellas (escucharlas en abandono), tal vez educarían un poco sus oídos rehenes de estribillos resultones. El resumen es muy sencillo, hay que embarcarse en ellas sin reservas y dejar que la magia obre.
Sea Casals, Rostropovich o Beschi, bienvenida la escucha de la música del alma. Gracias María por tu buen gusto.
Me gusta, me gusta, me gusta, gracias a tí por descubrirme una música tan hermosa y por saber explicar mejor que yo lo que mi corazon siente.
ResponderEliminarQuiero escurcharlas ya (lloro)
Un beso
ResponderEliminarEstimat Ferran, he tardado muchos días en publicar un comentario en tu blog. Y es porque no es facil hacerlo ante un tema tan y tan profundo. Entramos en el paradigma de la música como arte, cuando toda la vida misma es música. La música se engendra en el movimiento del aire.
ResponderEliminarCuando se hizo el universo, el mismo viento sobre las ramas convirtió el silencio en música. Mucho tiempo después fue el hombre que "copió"a la naturaleza, la transgredió con sonidos incluso antinaturales, los ensambló e hizo aparecer la música como arte. Según Otto Karolyi, "la música es al mismo tiempo un arte y una ciencia, por lo cual debe ser apreciada emocionalmente y comprendida intelectualmente. Como ocurre con cualquier arte y cualquier ciencia, no existen límites a su perfeccionamiento ni a su comprensión. El aficionado que gusta de escuchar música pero no entiende su lenguaje es comparable al turista que en sus viajes disfruta del paisaje, de los gestos de los indígenas y del sonido de sus voces, pero sin entender una palabra de lo que dicen. Siente, pero no comprende"
Si seguimos este argumento, que comparto, pocos seríamos los que podríamos asistir a un concierto y emocionarnos. Creo que, con el tiempo y acompañados de un espíritu de reconocimiento de lo significa emoción, podemos ser capaces de, sin capaces de "entender" sí somos capacer de sentir, y de SENTIR con mayúsculas.
Fin dela primera parte. Seguirá
Después de esta introducción, vayamos por partes a comentar tu magnífico escrito-emoción. Es verdad que el cello, hijo de la viola de gamba, produce un sonido que se ha comparado, por su tesitura, a la voz humana. Y que más emotivo, cercano y hermoso que el susurro de una voz amable que susurra al oido cosas bellas?. El terciopelo de su timbre, la extensa pero "humana" amplitud de su registro hace que sea un instrumento ideal para los románticos, como tu dices. Y Bach bordó en su obra la cumbre de la expresión con este instrumento. De las versiones que comentas, estoy de acuerdo en que son distintas. Yo conocí la obra gracias a Pau Casals, y siempre marca un sello de comparación y graba en la mente un listón dificil de superar. Seguro que son muy académicas, igual que Rostropovich es ruso, y, en general, los rusos son excelentes músicos que interpretan al "dedillo" las partituras. Quizás no son tan "artistas" al no imprimir un sello propio en sus interpretaciones. De toda manera, no me pondría a criticar ni un ápice su disco. Respecto a Paolo Beschi que conocí gracias a ti, me pareció muy interesante, fresco, vivo y actual. No acabo de entender la "mediterraneidad" de su interpretación y menos lo que llamas "susurro marinero" a un hobre de Brescia, tan alejada del mar...Bueno, como licencia poética, vale...
ResponderEliminarFin de la segunda parte. Continua...
En lo que no puedo estar de acuerdo es en la insinuación de desacreditar el violín con la obra de Bach para cello. Lo siento pero, antes deescribir estas líneas, me he aposentado para volver a oir las partitas y sonatas de Bach para violín solo, interpretadas por Jascha Heifetz. Hacía mucho tiempo que no las escuchaba, años. Pero al leer tu comentario me he sentido "picado" por la curiosidad de comparar (mal hecho). Si bien las comparaciones son odiosas, esta obra es considerada como la cumbre de JSBach. Debemos recordar que fué su primer instrumento, antes que el órgano. Que tuvo en su padre primero, buenos maestros, pero que él sobresalió rápidamente. Muchos son los intérpretes de esta dificilísima obra que, cuando se escucha, parece oirse toda una orquesta más que un solista de violín. Y esto, con un instrumento tan delicado e inhumano, parece una contradicción, pero de sus cuerdas nace una música irrepetible, tierna, segura y, a la vez, virtuosa, que deja el espíritu flotando en el éter.
ResponderEliminarPor favor, siguiendo la indicaciones de Ferran, gente que no haya escuchado estas piezas maestras, no tardéis en hacerlo, son la esencia misma de la vida. La alegría, la tristeza, el dolor, el amor y el desamor, TODO está comprendido en esta música que es ARTE. Y nosotros podemos llegar a comprenderlo.
Una musical i emotiva abraçada, Ferran.
Querido Xavier,
ResponderEliminarCompensas tu mudez con creces y me congratulo por ello.
Vamos por partes, las sonatas de violín son lo que son y tu idolatrado Heifetz un fenómeno, pero no son las de cello y nunca lo serán, y en mi caso particular, su escucha nunca llevará flotando la sonrisa de Mimaría y ...
Y respecto a que están consideradas la cumbre, creo que podemos encontrar una docena de obras de Bach que cargan con tal galardón.
Respecto a que la naturaleza produce música.. no estoy en absoluto de acuerdo, hay sonidos muy agradables pero no me conectan con otra alma y esa es la esencia del arte, la música en este caso. Karoly que diga lo que quiera pero para mí la música es arte, la ciencia la dejo en otro plano, ya comenté la anécdota de la canción de Clapton y el total subjetivismo que conlleva, "comprender" el arte es muy divertido pero no ahonda en la emoción, y estoy hablando de emociones, o sea de arte.
Por último, creo que has hecho de Ferrán y de mi exaltado sentido de literalidad, uso la acepción "mediterráneo" y "marinero" (creo que lo de susurro se entiende) como metáfora que nos engloba a todos aquellos que crecimos en la historia a partir de los fenicios y los que vinieron después, los hijos de este, nuestro, mar no somos tan sólo los del litoral y en Brescia la influencia y legado de los navegantes es inmensa, con susurros y más cosas, a pesar de que esté a 186 kmts de Venecia o a 227 de Genova (creo que ambas están en el litoral). No es una licencia poética, querido Xavier, es una lectura histórica que habla de caracteres forjados por el clima, los usos, los hechos históricos, las relaciones culturales... Hablo de Beschi y hablo de su acercamiento a la obra y la encuentro mediterránea, igual que la de Tortelier que era... parisino!!
Ya ves, no nos ponemos de acuerdo, qué aburrido sería!!
Pensaba que tendrías algo que comentar de Pablo pero veo que no.
Un abrazo amic