Un espacio de viajes entre la música y palabras

Es que una vez más la música es la responsable

jueves, 13 de octubre de 2011

El arco en las cuerdas

El cello es un instrumento especial dentro de un conjunto de objetos muy especiales. Los instrumentos musicales, sobre todo pero no solo, de verdad, pertenecen al universo de artilugios con magia interna y externa, ambas de una potencia inusitada y con interrelaciones densas. La magia interior la genera y la disfruta el músico cuando alcanza una relación mística con su apero. Conocidas son las Lucilles de BB o el Duport de Rostropovich, no importa tanto el prestigio o la marca, lo que hace aflorar la maravilla es la comunión que alcanza el instrumentista con el objeto, de esa relación única surge el mejor sonido, la música más honda.
El sonido brota, el arco acude a la cuerda
La magia exterior, que es la única que yo puedo aprehender, se genera en el impacto brutal que el sonido del instrumento provoca en un espectador oyente, es un sortilegio que sólo se puede disfrutar totalmente en los conciertos en directo. La combinación de ambas constituye una de las especialidades del cello, un instrumento de carácter meramente auxiliar en su inicio, allá por el XVI, y que en la actualidad luce con todo su fulgor, su peso dentro de las orquestas ha ido creciendo de la mano de compositores que han encontrado la luz propia que contiene (Vivaldi, Boccherini, Haydn, Beethoven, los románticos que lo encumbran: Schumann, Brahms, Dvorak, Mendelssohn, hasta el gran Shostakovich en el siglo XX). La sonoridad que posee, tan etérea y profunda al tiempo, lo convierten en un perfecto transmisor de los pasajes más íntimos que un compositor pueda crear; su hermano, el violín, es otro instrumento perfecto. pero no inspiró la composición de la obra que hoy comento, y eso, quedará siempre en su levísimo descrédito. Para interesados en este instrumento recomiendo el acceso a este completo estudio: http://es.scribd.com/doc/8443701/El-Violonchello
El redescubrimiento de un gran hombre
Un tal Pau Casals, con 13 años, descubre en una librería del casco viejo de Barcelona una partitura con la obra cumbre que se ha escrito jamás para el violonchelo, las Seis Suites a Violoncello Solo senza Basso BWV 1007-1012, el impacto que le produce el descubrimiento le lleva a trabajarlas en solitario durante más de una década, antes de de atreverse a interpretarlas en público y finalmente a registrarlas en 1939 en una grabación que sella el camino, que Mendelssohn inició en 1829 rescatando La Pasión según San Mateo BWV 244, de recuperación definitiva del más grande compositor habido, Johan Sebastian Bach. No parece casualidad que sea a través de sus dos mejores obras que Bach haya conseguido resituarse en el escenario musical contemporáneo, dos visionarios muy sagaces, Casals y Mendelssohn, las rescatan y la enorme consistencia de la obra del prolífico organista de Eisenach hace el resto y consigue que hoy en día nos parezca inaudito que sus composiciones no hayan dominado los escenarios de forma ininterrumpida. En casa nos repartimos de forma ordenada la preferencia por una de ellas, las suites para ella y la pasión para mí, ambos disfrutamos de la querencia ajena tanto como de la propia, pero la esclavitud de los favoritismo exige un orden y ese es el nuestro.
Pablo Pau dedicando una foto
Pau Casals es uno de los tres o cuatro mejores cellistas de la historia (la historia registrada obviamente, la no registrada, existe pero no es historia), fue un hombre extraordinario, hoy en día en que se glorifica a cualquiera conviene no perder de vista a este tipo de figuras, en múltiples facetas, demócrata convencido (se negó a tocar en los regímenes comunistas y en los fascistas), nacionalista cabal que no renegó de España ni de Cataluña (colaborador de la Lliga, fue propuesto para presidir en el exilio la Generalitat de Catalunya pero declinó cabalmente), activista musical hasta la extenuación (fundó el Festival de Prada entre otras muchas actividades), un hombre comprometido, pacifista sin denuedo (es muy famosa la alocución en las Naciones unidas, I'm a Catalan) y solidario (en 1926 crea la Associació Obrera de Concerts para acercar la música, por entonces un lujo, a las clases populares). Hay un detalle que siempre me ha acercado notablemente a su figura, toda su vida tuvo una relación especial con su nombre, al ser hijo de una tierra bilingüe usó de forma natural las dos formas de su nombre (aquí y en China... Ay Carod!!), Pablo y Pau, y contaba que prefería la de Pau por una razón particular: porque significa también paz en catalán.
Gracias a Pau y a Bach hoy puedo escribir, después de la entrada de Mi disco, sobre El disco de Mimaría. Esta extraordinaria mujer con tan buen gusto generalizado, no siempre porque yo le gusto, atina casi siempre en sus elecciones, y tratándose de música no podía fallar. Su obra preferida son las suites de cello, las ama intensamente, las disfruta como pocas personas he visto gozar de una música y las siente como si fuera Ana Magdalena y le hubieran sido escritas para ella. Tuve el placer de dárselas a conocer al poco de estar juntos y la primera versión que incorporamos a nuestra discoteca fue una recomendación de Toni, el tipo del FNAC, muy original.
Lo que Toni recomendó, el inicio de una pasión
Lo normal es que nos hubiera indicado las de Rostropovich o Casals, las dos indudables grabaciones de referencia, o si hubiera tenido un día salvaje las de Yo-Yo Ma, pero no. Señaló sin dudar la preciosa versión del cellista del Giardino Armonico y del trío Gaia Scienza, Paolo Beschi. La obra editada por el refinado sello Winter and winter, selecto editor entre otros de mis amados Uri Caine o Cassandra Wilson, es un preciosidad hecha en cartón y está grabada con el cello del luthier Carlo Antonio Testore de 1754 (hay mucha magia interna en esta relación músico-instrumento) propiedad de Beschi. La grabación es perfecta. La versión opinable (oi Xavier?) pero excelsa, los Giardino Armonico tienden a exhibir propuestas populares en su loable difusión del barroco, algunas grabaciones son notables y otras menos, pero el cellista entrega su alma en este disco y agradeceré siempre a Toni que nos lo descubriera, Bach se meditarraniza y la luz del Mare Nostrum insufla las seis suites, en la sexta, mi preferida el toque es mágico y le dota de una belleza, hija del a veces demasiado académico Casals, brillante, tan sólo por la versión del preludio ya tiene uno la sensación de haber acertado en esa elección. La primera suite, la preferida de Mimaría, también brilla especialmente, hay hondura bachiana en susurro marinero, la atmósfera de Brescia respira sin pausa.
Mi primer contacto con esta obra hermana también estos dos discos preferidos, los conocí al tiempo en la época que viví en el piso de mis hermanas y el hechizo que me provocaron (Davis y Bach) fue similar en su enorme dimensión, tantos años más tarde y siguen siendo obras capitales escuchadas con asiduidad. Pienso, en una reflexión hilvanada con leves alfileres, que ambas querencias son fruto de nuestros genes, la celta María, europea y, por ello, hermanada con el arte bello y ordenado, se embelesa con la cadencia del sonido puro y hermoso de un cello escribiendo el arte en hermosas volutas. En mi caso, debido al mediterráneo africano que me habita, solvento el afán musical con la esencia de la música primitiva más intensa y sublimada, la fusión total que surge del pulso de los paisajes más salvajes, el arte asimilado a la intensidad y al impacto, bello pero sobre todo, generado desde las vísceras. Belleza o fuerza, ambas son arte.
Un Bach perfecto, un viaje infinito
Mi vinilo, cuando se incorporó, fueron las de Rostropovich y puedo asegurar que tienen vectores cualitativos superiores a los del italiano. El maestro Mstislav fue otro extraordinario individuo y sólo se "atrevió" a grabar las suites superados los sesenta años y después de toda una vida estudiándolas. su versión es precisa y brillante, uno piensa que la interpreta entendiendo como nadie la escritura de Bach y tal vez, ese sea el único lunar que se le pueda hallar, hay demasiado poco del artista ruso en detrimento de la absoluta fidelidad. Yo creo que eso es otra herencia de Casals, el ruso fue alumno de su padre en el aprendizaje del instrumento y éste a su vez tuvo de profesor al catalán, y esta conexión tan directa debía impeler a Slava a buscar un camino propio, la opción de la fidelidad a la partitura como vía para salvarse de una recreación de Casals. La grabación es mesurada sin matices, intensa y exacta, los movimientos suenan desde la ejecución impecable del arco contra las cuerdas, el tempo, el color y los énfasis sonoros te hace dudar sobre si se puede tocar mejor. En todo caso, todo esto no son más que disquisiciones menores alrededor de una obra mayor y de unas versiones referentes.
Describir un sonido es difícil, una música casi imposible y una pieza como las suites, es una quimera, pero me permito la osadía de intentarlo y me sirvo de las etiquetas con las que Rostropovich tituló cada una de las suites. El texto de Mstislav que escribe y que acompaña su álbum es una delicia y una guía sensible en el transitar de las piezas.
Suite nº 1 en Sol mayor. La claridad. La suite preferida de Mimaría, es luminosa, muy profunda pero con  una absoluta presencia de detalle en las notas, es una música sin melodía pero con recorrido. Un proceso tan sencillo como el de la respiración, un fraseo genera la energía y el siguiente la libera, inspiración y expiración. Luz en el alma, mesura y claridad.
Suite nº 2 en re menor. Pesadumbre e intensidad. Entiendo al maestro cuando titula así la suite porque es una pieza que expele melancolía de forma natural, es tal vez menos compleja en su discurso pero se mueve en honduras mayores. El viaje evoca el lado sombrío, la paz de una añoranza vencida pero presente.
Suite nº 3 en Do mayor. El brillo. Cuanto acierto en esa etiqueta. La suite es un prodigio de énfasis en los sones, la cadencia fulgura matizada por leves contrapuntos apagados que la realzan aún más. El éxtasis es recorrido a través de los reflejos de sonidos muy puros, extraordinariamente expuestos en el transcurrir. Todo es muy sutil en el desarrollo, todo es un goce permanente a través de los contrastes.
Del maestro, hasta su texto
Suite nº 4 en Mi bemol mayor. Majestad y opacidad. El preludio de esta suite es uno de los fragmentos sonoros más extraordinarios que se puede oír, anticipa de forma precisa la pieza que se va a desarrollar a continuación. El cello suena serio, hechicero en su cadencia, solemne en sus sonidos, se permite a veces remontar el tono con rasgueos nobles, pero no hay joya, sólo serena belleza, sólo el timbre de una mirada soberana. disiento ligeramente del cellista, más que opacidad hay distancia altiva, que no altanera.
Sauite nº 5 en do menor. Oscuridad. Un camino lóbrego serpenteado por luciérnagas sutiles, la belleza pura de la cara oculta por la sombra. Bach recita una letanía sentida sin mesura y en su soliloquio el cello nos hiere, una y otra vez, el alma placenteada en lo opaco. Rostropovich apunta al goce intenso en cada escucha de la Sarabanda, no puedo más que darle la razón. Oro puro.
Suite nº6 en Re mayor. Luminosidad solar. Las primeras notas del preludio ya inflaman el ánimo, son el paso inicial de un ardor impenitente, el recinto donde se escuche cobra vida y el cello desnuda las sombras. Ave Bach, rendido me has. Mi suite preferida no posee más que un defecto, hace más pequeño y trivial el resto del universo. Hasta el contenido Slava se lanza a la fiesta de los colores en esta pieza y manifiesta en su texto que es la coronación de toda la obra y una sinfonía en sí misma.  El cielo se puede tocar.
Para acercarse al final de la entrada me parece oportuno y gracioso incluir una relación, no exhaustiva, de las apariciones de algún fragmento en obras visuales. Destaca el uso frecuente de Ingmar Bergman en sus películas (p. ej. Saraband), aparecen en: Master and commander, El pianista, Hilary y Jackie, La caída de los dioses, Crueles intenciones, Granujas de medio pelo, Another woman ... (más de 40 componen la lista). Dos series de prestigio las han incluído alguna vez: House y Expediente X, se usa en anuncios y hasta aparece en el video juego Gran Turismo IV (Si Bach levantara la cabeza!).
Mis primeras suites
Seguro que la preciada combinación de sonidos que conforman las suites ha sido usada en más ocasiones pero sirvan éstas como muestra.
Llegado a este punto no dejo de ser consciente de que es fácil deducir que muchas personas que jamás las escucharán las encontrarían monótonas y aburridas, no lo es tanto saber que pasaría si las escuchasen, y es seguro que se sorprenderían a sí mismos si se dejaran capturar por ellas (escucharlas en abandono), tal vez educarían un poco sus oídos rehenes de estribillos resultones. El resumen es muy sencillo, hay que embarcarse en ellas sin reservas y dejar que la magia obre.
Sea Casals, Rostropovich o Beschi, bienvenida la escucha de la música del alma. Gracias María por tu buen gusto.

6 comentarios:

  1. Me gusta, me gusta, me gusta, gracias a tí por descubrirme una música tan hermosa y por saber explicar mejor que yo lo que mi corazon siente.
    Quiero escurcharlas ya (lloro)

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  2. Estimat Ferran, he tardado muchos días en publicar un comentario en tu blog. Y es porque no es facil hacerlo ante un tema tan y tan profundo. Entramos en el paradigma de la música como arte, cuando toda la vida misma es música. La música se engendra en el movimiento del aire.
    Cuando se hizo el universo, el mismo viento sobre las ramas convirtió el silencio en música. Mucho tiempo después fue el hombre que "copió"a la naturaleza, la transgredió con sonidos incluso antinaturales, los ensambló e hizo aparecer la música como arte. Según Otto Karolyi, "la música es al mismo tiempo un arte y una ciencia, por lo cual debe ser apreciada emocionalmente y comprendida intelectualmente. Como ocurre con cualquier arte y cualquier ciencia, no existen límites a su perfeccionamiento ni a su comprensión. El aficionado que gusta de escuchar música pero no entiende su lenguaje es comparable al turista que en sus viajes disfruta del paisaje, de los gestos de los indígenas y del sonido de sus voces, pero sin entender una palabra de lo que dicen. Siente, pero no comprende"
    Si seguimos este argumento, que comparto, pocos seríamos los que podríamos asistir a un concierto y emocionarnos. Creo que, con el tiempo y acompañados de un espíritu de reconocimiento de lo significa emoción, podemos ser capaces de, sin capaces de "entender" sí somos capacer de sentir, y de SENTIR con mayúsculas.
    Fin dela primera parte. Seguirá

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  3. Después de esta introducción, vayamos por partes a comentar tu magnífico escrito-emoción. Es verdad que el cello, hijo de la viola de gamba, produce un sonido que se ha comparado, por su tesitura, a la voz humana. Y que más emotivo, cercano y hermoso que el susurro de una voz amable que susurra al oido cosas bellas?. El terciopelo de su timbre, la extensa pero "humana" amplitud de su registro hace que sea un instrumento ideal para los románticos, como tu dices. Y Bach bordó en su obra la cumbre de la expresión con este instrumento. De las versiones que comentas, estoy de acuerdo en que son distintas. Yo conocí la obra gracias a Pau Casals, y siempre marca un sello de comparación y graba en la mente un listón dificil de superar. Seguro que son muy académicas, igual que Rostropovich es ruso, y, en general, los rusos son excelentes músicos que interpretan al "dedillo" las partituras. Quizás no son tan "artistas" al no imprimir un sello propio en sus interpretaciones. De toda manera, no me pondría a criticar ni un ápice su disco. Respecto a Paolo Beschi que conocí gracias a ti, me pareció muy interesante, fresco, vivo y actual. No acabo de entender la "mediterraneidad" de su interpretación y menos lo que llamas "susurro marinero" a un hobre de Brescia, tan alejada del mar...Bueno, como licencia poética, vale...
    Fin de la segunda parte. Continua...

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  4. En lo que no puedo estar de acuerdo es en la insinuación de desacreditar el violín con la obra de Bach para cello. Lo siento pero, antes deescribir estas líneas, me he aposentado para volver a oir las partitas y sonatas de Bach para violín solo, interpretadas por Jascha Heifetz. Hacía mucho tiempo que no las escuchaba, años. Pero al leer tu comentario me he sentido "picado" por la curiosidad de comparar (mal hecho). Si bien las comparaciones son odiosas, esta obra es considerada como la cumbre de JSBach. Debemos recordar que fué su primer instrumento, antes que el órgano. Que tuvo en su padre primero, buenos maestros, pero que él sobresalió rápidamente. Muchos son los intérpretes de esta dificilísima obra que, cuando se escucha, parece oirse toda una orquesta más que un solista de violín. Y esto, con un instrumento tan delicado e inhumano, parece una contradicción, pero de sus cuerdas nace una música irrepetible, tierna, segura y, a la vez, virtuosa, que deja el espíritu flotando en el éter.
    Por favor, siguiendo la indicaciones de Ferran, gente que no haya escuchado estas piezas maestras, no tardéis en hacerlo, son la esencia misma de la vida. La alegría, la tristeza, el dolor, el amor y el desamor, TODO está comprendido en esta música que es ARTE. Y nosotros podemos llegar a comprenderlo.
    Una musical i emotiva abraçada, Ferran.

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  5. Querido Xavier,
    Compensas tu mudez con creces y me congratulo por ello.
    Vamos por partes, las sonatas de violín son lo que son y tu idolatrado Heifetz un fenómeno, pero no son las de cello y nunca lo serán, y en mi caso particular, su escucha nunca llevará flotando la sonrisa de Mimaría y ...
    Y respecto a que están consideradas la cumbre, creo que podemos encontrar una docena de obras de Bach que cargan con tal galardón.
    Respecto a que la naturaleza produce música.. no estoy en absoluto de acuerdo, hay sonidos muy agradables pero no me conectan con otra alma y esa es la esencia del arte, la música en este caso. Karoly que diga lo que quiera pero para mí la música es arte, la ciencia la dejo en otro plano, ya comenté la anécdota de la canción de Clapton y el total subjetivismo que conlleva, "comprender" el arte es muy divertido pero no ahonda en la emoción, y estoy hablando de emociones, o sea de arte.
    Por último, creo que has hecho de Ferrán y de mi exaltado sentido de literalidad, uso la acepción "mediterráneo" y "marinero" (creo que lo de susurro se entiende) como metáfora que nos engloba a todos aquellos que crecimos en la historia a partir de los fenicios y los que vinieron después, los hijos de este, nuestro, mar no somos tan sólo los del litoral y en Brescia la influencia y legado de los navegantes es inmensa, con susurros y más cosas, a pesar de que esté a 186 kmts de Venecia o a 227 de Genova (creo que ambas están en el litoral). No es una licencia poética, querido Xavier, es una lectura histórica que habla de caracteres forjados por el clima, los usos, los hechos históricos, las relaciones culturales... Hablo de Beschi y hablo de su acercamiento a la obra y la encuentro mediterránea, igual que la de Tortelier que era... parisino!!
    Ya ves, no nos ponemos de acuerdo, qué aburrido sería!!
    Pensaba que tendrías algo que comentar de Pablo pero veo que no.
    Un abrazo amic

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