Un espacio de viajes entre la música y palabras

Es que una vez más la música es la responsable

domingo, 27 de noviembre de 2011

Del salvajismo de las cuerdas

Para un diletante "casi profesional" como yo, esta entrada supone un goce añadido, además de resultar una agradable excusa para contar sobre cosas que me gustan, fascinan, incluso arrebatan, esta entrada me posibilita no encajonarme en un estilo, interprete o movimiento concreto. Y la libertad que la transversalidad de la entrada posibilita aumenta el aliciente en la creación del texto.
Aparecen las cuerdas, se abre la veda
El "leit motiv" está definido en el título, esta crónica glosará a interpretes de instrumentos de cuerda que apelan directamente a las vísceras del lenguaje musical, no es hora de amables arpas ni banjos camperos, es tiempo de gozar con el percutir de las cuerdas en el estómago. Podría parecer que la transversalidad indicada antes no parece posible, el calificativo de salvaje queda encasillado, si uno realiza una aproximación superficial, a los guitar heroes más llamativos, y obviamente alguno habrá, pero no estarán solos ni en género ni en instrumento. La agreste dulzura de Viktoria Mullova es la responsable de este viaje por la música, por este recorrido en el primitivismo expresivo de mi discografía. Si convenimos en que el primer apero con el que el ser humano emitió sonidos musicales pertenecía a la percusión, podemos aseverar que este fuego primigenio se aposentó firmemente en las cuerdas para extenderse hasta todas las familias de instrumentos, por ejemplo el metal, si la trompeta de Dizzy Gillespie no quema no sé que puede decirse que sea caliente y salvaje, y hay innumerables ejemplos que no detallaré para irme centrando en el glosar de los músicos que habitarán este texto. El 3 de marzo de este año asistí, con MM y unos amigos, a un espléndido recital en el Petit palau, y en los vapores del trance que representó vivir una de sus piezas se formó este concepto del salvajismo cordil, más allá de estilos y formas preconcebidas.
VIKTORIA MULLOVA. Justo es que sea ella la que inicie la lista, la violinista rusa es una excelente intérprete que se crece de forma magnífica allá donde los músicos son dioses, en el directo. El descubrimiento de Viktoria se produjo a raíz de este recital y comportó, de inmediato, el rastreo de grabaciones suyas. Lo encontrado reveló varias cosas, por un lado, un gusto exquisito en la selección de piezas (Bach, Beethoven, Brahms, Bártok, Shostakovich... se diría que es otra alma gemela que tengo), por otro un formalismo, muy ruso, riguroso en su ejecución, pero, ay, un tanto alejado del volcán en el que ardimos en la Chiacona que nos regaló durante un intenso, brutal y fogoso cuarto de hora.
La Mullova en pleno fragor
 La ex de Abbado tiene argumentos para seducir a cualquiera, su belleza y maestría son una combinación irresisitible, en el Palau se hizo acompañar del efebo Dantone y quedaban los dos la mar de estéticos, y se comprende que el director italiano le hiciese, cuando eran pareja, uno de los regalos de amor más bellos que uno pueda imaginar: le montó el Concierto de violín en Re mayor, opus 71, de Brahms con la Filarmónica de Berlín para que la chiquilla se luciese, pero el regalo no termina ahí, que ya sería precioso, la guinda es que Abbado apagó el sonido y el brillo de la orquesta para que su chica luciera, algo a lo que no nos tiene nada acostumbrados el fino italiano puesto que sus manos dirigen siempre formaciones muy brillantes y lucidas. Esta chica se vino a Barcelona para ofrecernos unas cuantas piezas acompañada por Dantone a la clave, Bah, Haendel, Bach, Bach... y BACH, el final del concierto, un repertorio bien elegido, aunque yo jamás pondría a Haendel en medio de dos obras de Bach, pero eso es otra historia, y magníficamente interpretado, un crescendo sostenido hasta llegar hasta la mencionada Chiacona, la última parte de la Partita para violín solo n.º 2, BWV 1004 del maestro Bach.
El programa firmado por la pareja
Todo recital se ejecuta frente a una amplia variedad de opiniones, el público es un grupo heterogéneo en el que siempre hay elementos que no se dejan seducir por la música ofrecida, y este axioma se cumplió sobradamente en toda la parte anterior del concierto de la Mullova, pero puedo asegurar que nadie de los que estuvimos allí se salió ni un segundo de la hoguera emocional que el final del concierto nos ofreció. Sirva esta extraordinaria experiencia personal para iniciar el camino por el lado más salvaje de los instrumentos de cuerda (parafraseando a Lou: take a walk on the wild side).
JIMI HENDRIX. De igual manera que la violinista, como madre de la idea, debía ser la primera en la lista, no podía ser de otra manera que el indómito Hendrix le siguiera a continuación. Johnny Allen Hendrix es el nombre que consta en la partida de nacimiento de este efímero monstruo de la música, un tipo con una carrera de apenas tres discos y que es un referente mundial como músico, como personaje y como guitarrista. El icono perfecto de los sesenta y la imagen que ha vestido millones de paredes en habitaciones de adolescentes de todo el mundo, sus pósters trufados de colores psicodélicos han simbolizado la rebeldía adolescente sin descanso desde poco antes de la turbia muerte del más grande guitarrista de Rock (según las listas de los medios). 
La guitarra enardecida
Tanta imagen desparramada es en muchas ocasiones un impedimento para descifrar sus claves musicales y lo que es más importante, disfrutarlas. Su música sigue vigente hoy en día porque el arte es atemporal a pesar de las corrientes de la moda y las veleidades del mercado, cualquiera de sus tres discos contiene demasiadas joyas como para archivarlas en el olvido que impulsa el marketing de la industria. No es el único pero yo diría que es el muerto cuya proporción de discos vendidos desde el cementerio sobre los vendidos en vida es más descompensada, se han editado decenas de grabaciones descartadas en vida, conciertos inaudibles y pistas recuperadas de aquí y de allí, cualquier cosa que se asocie con Hendrix ha sido exprimida hasta la saciedad y nada emborrona su valía. El músico fue un compositor más que notable y algunos de los temas que firmó son himnos de toda una generación: Purple haze, The wind cries Mary, Fire, Little wing, Bold as love, Voodoo child o Gypsy eyes son unos cuantos. Desaparecido en una fase de clarísimo ascenso creativo y musical el pensar donde nos hubiera llevado este genio da vértigo, pero nos dejó suficiente como para tenerlo con nosotros de forma permanente, desde siempre mi tema favorito ha sido una versión, de las pocas que realizó de forma "oficial" ya que en directo las tocaba con frecuencia, está en el mejor grabado de sus tres discos, el Electric Ladyland (1968) y es la soberbia recreación de un gran, gran tema de Dylan, All along the watchtower, el desgarro de la voz, Hendrix era un gran cantante que no ha sido valorado jamas en esta faceta, en los versos del poeta Dylan es estremecedor y las ráfagas de cuchillas que lanza su Stratocaster son un festival para los sentidos y cuentan por ahí que el mismo Dylan comentaba que la versión de Jimi era superior a cualquiera que pudiera grabar él (el chico no hace alardes de modestia frecuentemente y esta vez fue sincero simplemente), lo cierto es que ambos temas se publicaron casi simultáneamente y en directo Dylan "adopta" el formato Hendrix. Pero la presencia del monstruo en esta entrada, presencia que bastaría para dar sentido en exclusiva al título, es la áspera y muy emocionante protesta que Hendrix escupe contra la guerra de Vietnam tocando el himno USA en Woodstock, en la parte final de su Star spangled banner la guitarra entona un grito desgarrado con las notas del himno, las imágenes de la película del festival nos muestran al guitarrista enfueguecido y al público, esta vez también de forma absoluta, transido en el éxtasis de un momento unico, el rugido que vierte sobre los cientos de miles de oyentes es una de las cumbres de toda la historia de la música, una vez más las cuerdas de un instrumento generan la esencia misma de la ferocidad.
ROBERT FRIPP. Aquellos que me conocen ya se estaban preguntando cuando aparecería el inglés, y los lectores exhaustivos de este blog también. A ver, listas de expertos aparte y demás zarandajas, Fripp es el más grande guitarrista de todos los tiempos con diferencia y sobre eso admito discusiones, porque es muy divertido discutir, pero solamente porque sé que puedo convencer a cualquiera, es el mejor, el más creativo, el más virtuoso, el más imaginativo, el más bonito y el más salvaje, ah claro, si no fuera así no podría ponerlo aquí. 
Quiet man, fire maker
Pero es que lo es, cuando Robert calcina el fragor desde su postura sediente habitual, el sonido se encabrita y fricciona sin piedad nuestros más primitivos instintos sonoros, troca el paisaje y nos sumerge en el grito ancestral que alza al ser humano desde el simio, lo salvaje desalvaja a través de la electrónica aplicada a las cuerdas de su Gibson. Por lo descrito hasta aquí queda bastante claro que el sonido de Robert es bastante especial, no es una música amable, de la que se puede gozar mientras se está dedicado a la lectura o a la contemplación pacífica, este es un post fiero en el sentido más hondo del término, habla de música que genera dispersión neuronal y recorrido visceral y en ese ámbito él es único. Habiéndolo visto en varios conciertos y teniendo en la memoria varios momentos válidos para representar este espíritu me quedaré con uno que está al alcance de cualquiera porque se halla registrado en un disco, para mi más guiño hacia el real pero no apareciente cobloguero (MiCarlos) está en el B'BOOM: Live in Argentina (1995), la versión de Larks' Tongues in Aspic (Part II) (tema ya mencionado en este blog, en la entrada http://ferranblasco.blogspot.com/2011/08/recomendar-un-disco-no-escuchado.html) no difiere demasiado de la que le disfruté cuando la tocó en BCN, la pieza está creada a partir del desarrollo de un riff obsesivo que desde el cerebro de Robert, va a sus dedos y germina en el estómago hasta el clímax final, recuerdo que escuchándolo me fascinaba la imagen del guitarrista sentado, con casi todo el cuerpo inmóvil, mientras atronaba el recinto con su guitarra desnuda y nos iba despojando, capa a capa, de los barnices de la civilización. 
Contando la leyenda del marino
Como soy consciente de que mi predilección por Fripp no es universalmente compartida agregaré otro momento salvaje en otro tema más accesible pero igualmente bárbaro. Dentro de su reprecioso disco Islands (1971), creado desde las Baleares y en su honor, está un tema, Sailor's tale que me ha hechizado desde siempre, a pesar de ser una grabación de estudio el estartosférico solo de guitarra que cierra la pieza se incribe sin ningún lugar a dudas en esta categoría de cuerdas asilvestradas que estoy presentando. El tema se inicia con unos dulces diálogos entre el saxo de Mel Collins y la preciosa voz de la soprano de Paulina Lucas y recorre un crescendo en el que las cuerdas de Fripp impulsan la energía creciente hasta que en lo alto del fragor se congela el tema y una marcada y tranquila base rítmica dan pie a los rasgueos del solo.... calor, llama, incendio... hasta que las cuerdas rascadas en solitario nos dejan el reaprador silencio. Una música única en un mundo en el que la originalidad va tan cara...
GLENN GOULD. Un canadiense (país con escasos "héroes" pero muy significados) con un síndrome de Asperger diagnosticado tardíamente y con una vida llena de ingredientes susceptibles de convertirse en anécdotas más que curiosas. 
Gould tocando de forma característica, a un palmo del teclado
Un tipo imprescindible para entender la cultura occidental del siglo XX, y sobre todo un músico excepcional. No hay sorpresas respecto a la obra que lo trae por aquí, sus Variaciones Goldberg BWV 988 (1955 y 1981) son míticas y no conozco a ningún aficionado a la música que no las conozca y por ende, las idolatre. Gould nos visita en este ámbito porque el piano es un instrumento de cuerda, me atrevería a decir que el más desarrollado, un artilugio que destaca por su plasticidad como objeto, hermoso y muy versatil en sus formas. El sonido del piano tiene un uso múltiple, como base rítmica en muchas formaciones jazzeras y rockeras, como brillante solista al frente de enormes orquestas, como complemento intimista con voces sensuales, como símbolo perfecto del Swing... 
El aria
Hoy viene a nosotros como solista absoluto, voz única en un extraordinario encuentro entre una obra magna y una interpretación/ones sensacional/es, las Goldberg las he percibido desde la primera vez que las escuché, precisamente en la versión del 55 que está siendo glosada, como un divertimento del matemático Bach, el organista recibe el encargo de un conde insomne que quiere contar con una partitura para que su clavicordista le lo acune (la habitación del solicitante tenía que ser grandecita!) en un día más que inspirado crea la magnífica aria de la que luego hará las 30 variaciones mágicas, juega con las notas y las recrea, las coloca y las persuade para que se coloreen, concibe las variaciones como un elemento más de sus ejercicios para teclado y es bien recompensado por el encargo, mi duda al respecto es acerca del uso que le daría el conde a la obra ¿Realmente la usaría para adormecerse? ¿Se puede ser tan oreja de corcho?, pero dejemos eso y vayamos al disco y a la feroz combinación que logra Gould en él. Partiendo de un libreto cuyo origen es el deseo de dormir, o sea que posee un  alma tranquila (ahora mismo mientras escribo Jarrett las interpreta y su majestuosa recreación es muy relajada, muy hermosa, nada que ver con lo que Gould consigue) y aunque permite, como toda partitura, visiones muy alejadas entre sí, la esencia de una música muy cerebral, muy armoniosa, nada que pueda calificarse de salvaje. 
Escuchando la grabación de "sus" Goldberg
Y GG las empieza muy tranquilo, es más, en la versión del 55 el aria suena muy bajita, casi intimista, y es a partir de la primera variación que los dedos se soliviantan y se prepara el estallido musical, las variaciones se van sucediendo, pinceladas especiales que van componiendo el conjunto y al paso por la 16, ecuador de la travesía y en cierta manera reinicio de la misma, es la que marca la vuelta hacia el cierre con la repetición del aria al final, ya se barrunta la tormenta, nos avisó en la séptima y de nuevo se eleva el estremecimiento, el grito primitivo que estremece, las cerdas encabritándose, y sigue; se arremansa el viaje de nuevo pero esta vez ya no es desde la paz primigenia, el paisaje ha cambiado, el horizonte anuncia tormenta, la 21.. la 26..., la piel se empapa de fiereza, en el estómago anidan revoloteos, Gould troca números en aullidos y en la variación veintinueve Bach y Gould nos impactan de forma definitiva con un estallido soberbio de música feroz, me atrevería a llamarla puramente animal, la cuerda asilvestrada de nuevo, en otro momento cumbre de la música. 
REGGIE LUCAS/PETE COSEY. (+ Mac). La lista de cordadas salvajes prosigue con una pareja que jamás ha brillado en sus carreras en solitario, cuyo nombre es desconocido por la gran mayoría de melómanos y que para mí son mitos. Reggie fue guitarrista del grupo de Miles Davis entre 1972 y 1976, procedía de un poco conocido grupo liderado por el batería Norman Connors y se fue sin ruido, acabó siendo músico de estudio y productor afamado. Pete era un emergente solista al que comparaban con Jimi Hendrix cuando fue fichado por Miles, él declara en la autobiografía que estaba buscando el nuevo sonido de las guitarras eléctricas y al no poder contar con Hendrix o BB, se hizo con los servicios de Cosey. La relación duró hasta el 75 y fue suficiente para que ambos participaran en mi directo preferido del genio, algo que ya he comentado  y que seguiré comentando, el Agharta (1976) que recogía parte del recital que dio Miles en Osaka en febrero de 1975. 
La banda de Osaka
Para contrastar un poco con mi entusiasmo por el rol que tuvieron la pareja de guitarristas en este concierto citaré a Ian Carr, crítico, músico y escritor de la biografía de Miles: "El 1 de febrero se registraron los conciertos de la tarde y de la noche y más tarde la filial japonesa de la CBS los editó con los títulos respectivos de Agharta y Panagea. En los dos álbumes hay extensos pasajes de ritmos poderosos, mucha trompeta y algunas excelentes intervenciones de Sonny Fortune en el saxo. Pero son difusos y habrían mejorado con una edición rigurosa. Además, Agharta en particular sufre de una monotonía de sonido causada en especial por las perpetuas de los guitarristas principales, Pete Cosey y Reggie Lucas". Y se queda tan ancho. Yo pienso que Carr no se entera y si es suficientemente hábil para destacar los protagonistas del disco no es tan talentoso como para apreciarlos. Es cierto que en aquella época Davis no tenía lo que buscaba, desde que incorporó la guitarra eléctrica como otro instrumento solista de su combo, había contado con figuras como George Benson o el bueno de McLaughlin, al que luego me referiré, y el nivel de la pareja de Osaka no era el mismo, y eso habla una vez más de la genialidad del trompeta, convirtió a dos músicos pasables en estandartes de una de las páginas más brillantes de las cuerdas feroces. Desde el primer segundo del doble disco, en el tema Prelude, suena un guagua aguerrido que tutea y dialoga con los zarpazos de Miles al Hammond y las "alucinaciones" de los sintetizadores. El viaje empieza al galope y no va a descansar, la trompeta, espoleada por el ritmo eléctrico suena soberbia y toma el mando. El rasgar de la rítmica encabrita el camino, dedos fieros, chispas sin freno, es justo reconocer el enorme trabajo de la sección rímica, Michael Henderson comanda un bajo espectacular mientras Al Foster y Mtume percuten de forma endiablada. le doy la razón a Carr en lo afortunado de la intervención de Sonny y sin darnos cuenta han pasado doce minutos (el primer tema dura más de media hora) y los coletazos del saxo dan pie a Cosey para que soliviante de forma brutal las cuerdas de su guitarra, dialogan ambos guitarristas, arde el escenario y la travesía no ha hecho más que comenzar, estoy más que convencido de que Hendrix hubiera adorado este disco, su alma Cherokee se hubiera encontrado en perfecta armonía con los tomahawks que las guitarras disparan. 
La obra
El Prelude (en la edición europea del álbum se divide en parte uno y parte dos, en la mía, que es la japonesa está tal como fue tocada, de un tirón) es un trago fuerte que tiene que ser reverenciado desde el vértigo que genera, no es una canción, es una declaración de abertura de hostilidades. No prisoners my friend!! Finaliza Prelude y entra Maiysha, un bombón envenenado, una percusión suave y Sonny se embarca en la dulce flauta que te hechiza, hasta que Miles da la señal con el Hammond y vuelven a estar ahí los jinetes guitarreros aullando a la noche, más ferocidad desatada, más y más. El segundo disco del doble álbum tiene una sóla pieza, que fue fragmentada en tiempos del vinilo pero que recupera su formato genuino con el CD, el Interlude/Theme from Jack Johnson (me suena ese disco) y Right Off conforman el viaje de regreso de unos sesenta minutos, se inicia con un obsesivo riff de bajo y guitarra y con la percusión enchufada.... el recital está en su apogeo y no es el ruido el indicativo de ello, es la atmósfera perfecta que Miles ha edificado y todos los músicos se han hecho dioses, pero las cuerdas de las guitarras son las que a mí me electrizan las vísceras. Es de nuevo un recorrido por el lado más salvaje de la música.
No quería dejar pasar la ocasión de reflejar una vez mi admiración por Mac, John McLaughlin, predecesor en la banda de estos dos guitarristas y indicar que su brutal desempeño no es más que el desarrollo en directo del trabajo de Mac en discos como el genial Bitches Brew (1970), en ese disco el guitarrista abre una senda a la guitarra eléctrica en el Jazz que muchos han tomado luego. Salve Mac, duende silvestre e ígneo.
La fiebre de Lucille
Esta entrada no estaría completa ni tendría sentido si obviara la ingente aportación al salvajismo cordil por parte del Blues, no he incluido ningún Bluesman en la relación porque citar uno sería como decir que el resto de músicos de Blues no llevan la fiereza en su música, pero olvidar que las cuerdas vocales (que también la voz es un instrumento de cuerda) y las de Lucille en el maravilloso Live at the Regal (1965) de BB King, con esa negrísima balada de John Lee Hooker que es It's my own fault o la brutal You Done Lost Your Good Thing Now, no son más que una muestra perfecta del salvajismo que puede convocar el Blues no es la intención de este post. Este género es el no-genero del impacto visceral, el eco del grito primitivo y de liberación en su esencia y todos aquellos que lo practican participan de la agrestez congénita del mismo, solo hay que seguirlo o dejarse herir por él.
Las cuerdas desbocadas
Y la entrada, dura en su escritura, lenta y áspera por los paisajes personales que recorre y la dificultad de intentar narrarlos en su esencia, llega a su fin. Los adjetivos: salvaje, fiero, asilvestrado, agreste, encabritado y otros se han acumulado por los párrafos en un intento de este mal escritor por hacer llegar a sus lectores la percepción que recibe en algunos pasajes musicales, como decía en el inicio, una sensación que no se encasilla en géneros ni en instrumentos y que lleva marcada en su piel de melómano rendido. Cuando suenan las músicas glosadas mi estómago se estremece ante el impacto que produce el sonido de unas cuerdas rasgadas, golpeadas o pellizcadas, el sonido de las cuerdas salvajes.

6 comentarios:

  1. Una entrada escrita con las tripas y el corazón. Muy visceral. Turbadora y salvaje. Me ha encantado.
    Buscaré a Mullova. No la he escuchado, pero si a vosotros os gustó su directo estoy segura de que no me va a defraudar.

    ResponderEliminar
  2. Hola Paz!
    Gracias, celebro que te haya gustado. De la Mullova hay bastante por ahí porque es algo mediática (estar con Abbado ya se sabe) y a pesar de que enlatada no impresiona tanto es muy buena. Te recomiendo el que grabó con Andre Previn y la Royal P.O. con el concierto nº1 de Shostakovich y el 2 de Prokofiev, todo muy ruso, que es decir pasional. O las Partitas y Sonatas con la Chiacon aenlatada que tampoco suena nada mal.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Que envidia me produce tu hipercapacidad para sentirte arrebatado por toda esta música. Es estupendo notar ese golpe profundo. Creo que tal como dices esa capacidad viene con el sello de melómano rendido (me encanta). En mi caso la fuerza del sonido me llega con una velocidad inusitada en la vertiente clásica de la música detallada en tu entrada y porque sé del placer que hablas me encantaría ampliar los momentos susceptibles de sentirlo, pero creo que la incapacidad también debe venir de fabrica. Besos

    ResponderEliminar
  4. Hola MiMaría,
    Creo que la variedad proviene de mi sentir diletante, de lo que no hay duda es de que lo primordial es la profundidad del arrebato, y eso ambos lo compartimos por muchas facetas de la vida.
    Un beso

    ResponderEliminar
  5. Hola Ferran, m'he quedat al.lucinat!! quanta informació interessant... per cert, gràcies pel teu comentari en el meu blog, com has vist ets el primer (de fet l'únic).
    Una abraçada

    ResponderEliminar
  6. Jordi Morillas dijo:
    "Hola Ferrán, me he quedado alucinado!! cuánta información interesante... por cierto, gracias por tu comentario en mi blog, http://jordimorillas.blogspot.com/
    como has visto eres el primero (en realidad el único).
    Un abrazo
    Muchas gracias por tu visita Jordi, espero que algo de esta información que mencionas te aporte algo nuevo para disfrutar.
    Un saludo

    ResponderEliminar