Un espacio de viajes entre la música y palabras

Es que una vez más la música es la responsable

lunes, 5 de septiembre de 2011

Dos estados de flujo (flujo uno)

El origen de la idea del post
Hace unos días, cercano aún el epicentro de mis vacaciones, disfrutaba de la lectura de una más que interesante entrada (http:// diariodeuna escritorainedita. wordpress.com/ 2011/08/19/ el-estado-de-flujo- y-el-asiento-de-dios/) y las descripciones contenidas en el post me llevaron de forma certera a dos momentos vitales de mi pasado, dos escenarios sublimes, y, no podía ser de otra manera, a dos músicas selladas a las historias. Músicas con una sorprendente suma de concomitancias que merecen ser destacadas. Este post, como dice el título, trata del primer estado y, algo menos, de la primera música.
Hace unos días que las vacaciones depusieron el mando, y me siento a intentar explicar mis experiencias en eso que Carmen define como el estado de flujo, versión personal (no lo son todas?). Lo hago con cierta sensación de que el blog va a entrar en un perfil bajo, las dudas que se soterraron con el efecto Donostia acerca del sentido que tiene escribir, en un escenario tan indescifrable como la red, acerca de aquellas voladuras que la mente de uno atrapa de forma recurrente y plasmarlas en entradas más trabajadas que exitosas, no han dejado de estar ahí, es lógico, son mías y no las he abandonado. No hay, ni ha habido, pretensión trascendente en la escritura del blog y es posible que todo este mustio resurgir dubitativo no sea más que un eco del cambio de ciclo.
Pero la entrada la debía y me la debía, me apetece y sólo hay que ponerla en los dedos puesto que ya está pintada en mi cabeza y por tanto no hay razón para eludirla y sí más de una para editarla.
Refiere Carmen que el estado de flujo es una actividad y lo describe como una experiencia que oculta un intenso dinamismo bajo un lenguaje corporal extático, estatismo en éxtasis. Mi caso es muy diferente puesto que en las dos ocasiones que lo he experimentado no ha habido ningún tipo de producción resultante, el éxtasis ha sido interior y el logro obtenido ha sido este, sin plasmación posterior.
Aún existe!!!
Nos trasladamos a 1975, España asiste a la fetidez que desprende el dictador moribundo y yo, sin ser del todo impermeable a todo ello estoy con otra mirada, a los diecisiete años el prisma o es diferente o es alienado. El verano me encuentra disfrutando de un interrail costeado por unas semanas de recogida de fruta en Lleida. La historia del viaje se había gestado en primavera, hormonas adolescentes rebullendo sin descanso, Ana, mi chica en aquel entonces, y yo, decidimos viajar por Europa en verano, con la libertad que ofrecía el interrail y la falta absoluta de requisitos prefijados sobre la ruta (los preparativos fueron asentando principalmente el destino más alejado, aquel que convertía el resto del viaje en el retorno) y poco más, los dos meses previos se convirtieron en una excitante recopilación de información sobre posibles lugares a visitar y una sucesión de veladas analizándola. El azar aportó un elemento al proyecto que resultaría perturbador para su desarrollo, mi "cuñada" sufrió una rotura de relaciones inesperada y Ana se sintió muy afectada por la debacle emocional subsiguiente, las dos hermanas mantenían una relación muy estrecha que se había visto algo enfriada en los últimos meses debida a mi irrupción en la vida de Ana, y la chica pensó que si nos hacíamos cargo de la doliente enamorada durante las vacaciones podría solventar ambos conflictos o paliar un poco los efectos de los mismos. Se presentó un día con su más resplandeciente sonrisa y me comunicó que María viajaría con nosotros, que no representaría ningún problema puesto que no pondría objeciones a nuestras decisiones sobre la ruta y sería como un invitado discreto que ni notaríamos... No había mucho que objetar, o había demasiado, pero la decisión ya estaba tomada y no era cuestión de enturbiar una bonita historia. Y nunca sabremos si la presencia de María entre nosostros hubiera sido, o no, lo que Ana con su adolescente entusiasmo prometió, mi chica se puso enferma de repente un par de días antes de la fecha de salida marcada en el billete y ... se quedó en Barcelona mientras María y yo nos fuimos. Hubo un impreciso anuncio de que nos alcanzaría en algún momento pero no llegó a concretarse.
Este extenso prólogo, seguramente innecesario, pretende situar al lector, y al narrador, en un tiempo y en un lugar muy concretos.
Algo así era el ferry pero la mitad de tamaño
Y con ello aproximarse al estado anímico en el que me encontraba cuando experimenté por primera vez el estado de flujo personal que consituye el objeto de esta entrada. La población es Narvik, una localidad costera a 710 kilómetros del cabo Norte (que era el destino que yo tenía enla mente cuando salí de Barcelona), allí se acabó el viaje hacia el norte y el estado del flujo fue el responsable de ello. Esta localidad noruega tiene la peculiaridad de que es el origen norteño de las líneas ferroviarias suecas (por este país transcurrió la vuelta a casa), las noruegas acaban en Bodø que está a unos 300 kmts al sur y para seguir hacia el norte nosotros tomamos un brioso transbordador que se movía como gelatina sobre un tractor. Llegamos tarde y plantamos la tienda en el único camping que había, todo ello bañados por la luz solar, a pesar de que eran más de las 22 horas, ya que hacia quince días escasos que se había acabado el mes en el que el sol no se pone nunca (eso tan bonito que se conoce como el sol de medianoche), el estado de flujo se produciría menos de treinta horas después.
Desde Narvik el otro lado del fiordo
Por la mañana María y yo estuvimos hablando de la conveniencia de separarnos a partir de Estocolmo, no hubo ninguna química entre nosotros durante el viaje y una vez resuelto, por innecesario, el desacuerdo sobre el disfrute de la única tienda de campaña que llevábamos (a partir de la capital sueca todas las ciudades contaban con sleep-in para dormir de forma económica) ya no tenía sentido seguir juntos cuando no teníamos ningún interés en común, ni sobre la ruta ni sobre nada. Este fue el segundo elemento que llevó paz a mi ánimo, el primero la maravillosa puesta y salida de sol que contemplé desde la tienda la "noche" anterior. Resultó de lo más curioso que, una vez "rotas" las relaciones, la relación entre nosotros alcanzó un grado de cordialidad, incluso risas, inédito hasta el momento. La mañana se consumió en un paseo por la pequeña ciudad, su puerto y el centro, ella me dijo que si yo seguía hacia el cabo norte tomaría el tren al día siguiente hacia Estocolmo y en esa tesis estuvimos todo el día. Por la tarde estuve paseando por el fiordo que acoge a Narvik en busca de un lugar donde asistir al tremendo espectáculo del ocaso y alba encadenados en el más absoluto silencio imaginable. Lo encontré y el paseo aportó el tercer elemento preparatorio, que nadie piense que todo formaba parte de algún plan místico ni nada por el estilo, la única finalidad de todo ello era el disfrutar de algo que me parecía que era difícil que fuera posible repetir en los próximos años (no me equivocaba, aún no he vuelto, al año siguiente el viaje se paró en Copenhague) y que poseía unas características plásticas muy especiales.
Bodø
De vuelta a la tienda me puse a preparar la cena de despedida (si yo iba a trasnochar y ella tomaba el tren temprano eran las últimas horas del aparejamiento absurdo y forzado que habíamos configurado), María me sorprendió con una botella de vino que había conseguido (no entraremos en detalles) y yo la soprendí con unos arenques ahumados y un queso que guardaba para celebrar un festín en el cabo norte (pensé que no había un momento mejor para tomarlos), panecillos y la tremenda luz del ártico como camarera arrulladora. Fue una cena especial, hermosa, en la que nos arrepentimos de lo idiotas que habíamos sido no siendo más adultos (es que no eramos adultos) en todos los días previos, y nos reímos de nosotros mismos confesando mezquindades que habíamos cometido para chinchar al otro (yo le escondí el pijama en el sleep-in de Copenhague y tuvo que dormir vestida para no pasar frío, ella le dijo a una chica belga en el tren que yo, aunque lo negara, era su pareja para que el escarceo que se adivinaba no prosperara, etc...), un bonito epílogo de una tonta relación de quince días. La dejé instalada en el saco y me encaminé hacia el lugar donde estaba convocado el espectáculo.
un mundo
El lugar estaba elevado y expuesto a la fuerte brisa marina, el aroma de sal humedecía todos mis sentidos, hasta que me senté y, tras unas gafas de sol provisionadas desde Barcelona, admiré el abombado circulo rojo que descendía hacia el mar, millones de reflejos en el agua, las nubes teñidas y el aire más limpio que jamás he respirado y ... no recuerdo nada más. Supongo que pasarían un par de horas puesto que cuando recuperé el habitual estado de consciencia (en aquella época tampoco era el de una lucidez excepcional) el sol subía hacia el cielo sin asomo de tonos anaranjados, el blanco frío del sol ártico me calentaba la cara y mi cuerpo era un entumecido montón de articulaciones y huesos a los que les costó obedecerme. Nada de eso importaba, el alma inundaba toda la mente, el adjetivo que más se asemeja a mi estado es el de armònico, todo estaba bien, el recuerdo de la fluidez (por eso se llama estado de flujo, no?) que me había capturado en los minutos anteriores se circunscribía a conceptos de lucidez y equilibrio, con la percepción de haber estado mucho rato y al tiempo sentir que todo habia sucedido en un instante. Es díficil contar, si además uno es un mal contador aún más, la dimensión del momento pero se quedó marcado en mi cara un buen rato, regresé aterido al camping y la torpeza de mis movimientos (y la falta de costumbre a la luz permanente de noche) al intentar abrir la cremallera de la tienda, despertaron a María que se quedó atónita contemplándome, como no llevaba espejo tendré que creerla cuando me dijo, y repitió un buen rato, que hacía una cara muy rara. Un par de cafés calientes dentro del saco me retornaron la temperatura y sin entrar en demasiados detalles le conté la experiencia, y ella, en un momento de la charla me hizo una pregunta fantástica: Qué música le pondrías a ese momento? y yo me sorprendí contándole que ya tenía música (el "mono" de escuchar música que teníamos en esa época prehistórica sin reproductores portátiles era terrible), sin haber sido consciente hasta ese momento toda la experienca tenía una banda sonora, el disco de The Doors, L.A. Woman (1971), y la realidad es que no puedo disociar esa música, en especial del tema que cierra el álbum, Riders from the storm, de todo lo sucedido. El viaje no sigió hacia el norte, yo sentí que ya había llegado al destino adecuado y María no se fue ese día, regresamos juntos hasta Estocolmo, donde nos separamos definitivamente, a los dos días. Ella estaba empeñada en repetir la experiencia a la noche siguiente (eso sí, con los sacos) y, obviamente fue muy hermoso pero nada más.
El estado de flujo número uno de mi vida se había producido y lo curioso es que su música sea la de un disco menor entre tanta música enorme que ya me acompañaba en esos días, no fue Davis, ni Crimson, ni Bach ni nada, fue Doors, la banda de Morrison y siendo buena como era, lo cierto es que es una de las más sobrevaloradas de toda la historia, con algunos rasgos musicales originales pero con un excesivo desroden creativo y artístico, sus discos son demasiado irregulares y rehenes de la poderosísima personalidad de su cantante y compositor, Jim Morrison (es lo que tienen las experiencias místicas, que no eliges sensatamente!!), el L.A.Woman era uno de tantos discos que tenía entonces y no recuerdo que representara nada especial para mí, sonaba algo más de lo que hubiera tocado porque su líder, se había apuntado al club "Vive rápido, corre mucho y tendrás un cadáver bonito a los 27", muy bonito no estaba su cuerpo cuando lo encontraron en la bañera unos pocos años de aquel viaje. La cosa es que era un grupo de los que quedaba cool ser un poco fan, letras rompedoras e intelectualoides (Padre, -Sí, hijo, -Quiero matarte, -Madre... Quiero follarte!, Fragmento de The End), pero que en ningún caso estaba entre los discos que me hubiera llevado para el viaje si hubiera podido hacerlo. Seguro que algún fan de Morrison se va a poner a hacerme voodoo de inmediato, pero esto es lo que representaba para mí este grupo y hace muchos años que desapareció de mis escuchas (he realizado un par para la preparación de la entrada y fue una acertada omisión de las últimas décadas).
El viaje finalizó en Barcelona unos días después y lo primero que hice al llegar a casa fue poner el disco para escucharlo a oscuras y puedo decir que el eco del estado de flujo me perturbó.
continuará...



4 comentarios:

  1. Increíble experiencia, en un entorno mágico. La descripción que haces de tu peculiar flujo me recuerda a las de algunos místicos orientales que, precisamente, se caracterizan por la quietud y la contemplación como única actividad. Me parece evidente que el entorno influyó en la experiencia, así como los hechos ocurridos durante el viaje hasta ese momento, pero también parece evidente que no fue únicamente el entorno lo que lo desató y no puedo evitar preguntarme si la particular luz del lugar en el preciso momento tuvo algo que ver. Y otra pregunta que se me ocurre ¿estaba ya la música de The Doors en tu cabeza durante la experiencia de algún modo?
    Me mata la curiosidad por el "flujo dos" ;)

    ResponderEliminar
  2. Hola Carmen, también participo de la asociación respecto a los místicos orientales pero lo mío fue sin sus largos años de aprendizaje y sin voluntad. La luz, ah! la luz, seguro que tuvo que ver, el sol de medianoche en esa atmósfera tan pura y tan blanca crea una luz que transtorna seguro.
    Y respecto a la música, a ver, en aquella época la música estaba mucho más en la cabeza que en los oídos pues entonces el sonido no viajaba, pero en concreto Doors que yo recuerde, para nada, cuando respondí supe, pero sin memoria previa.
    Saludos a mi musa particular :)
    Tengo el propósito de fluir el dos en breve, ya hay un borrador por escrito pero tengo que rehacerlo un poco.
    Gracias por tu interés

    ResponderEliminar
  3. Podemos añadir a la lista la banda sonora del estado de flujo uno??.

    M.

    ResponderEliminar