Un espacio de viajes entre la música y palabras

Es que una vez más la música es la responsable

sábado, 29 de octubre de 2011

En nombre del padre

Hace unos días estaba escuchando una de las mejores canciones de Bruce, en la preparación de una entrada futura sobre la que tengo grandes expectativas, y estaba disfrutando de la música de este maestro, en ese momento tuve la percepción de que en el tema que estaba sonando se destilaba una hondura especial desde el lamento del cantante, los versos se desgranaban con una cadencia hermosa y oscura, y la sensación global era de que me estaban contando algo muy importante, incluso trascendente. El poema que arma la canción nos habla de las referencias más íntimas que tiene el ser humano, el hogar y el padre. My Father's house es un himno muy presente en mis escuchas pero hasta la fecha no me había parado a pensar sobre la esencialidad de la historia:
Last night I dreamed that I was a child out where the pines grow wild and tall
I was trying to make it home through the forest before the darkness falls 
Bruce se desnuda cantando a la memoria de su padre
Bruce frasea muy despacio, muy sentido, cuenta un sueño que explora el desarraigo con hermosura y fatalidad, el hombre que sueña con la vuelta al hogar paterno en clave infantil y se topa con la dura realidad de que esa vuelta no es posible, de que aquello que anida en su interior sólo se recreará allí, donde los paradigmas habitan. Y la idea que gesta esta entrada se plasmó entonces, pensé que existen una serie de obras en las que el artista flirtea con el eco de sus fantasmas infantiles, con el sello que deja el recuerdo de la figura paterna en el resto de nuestras vidas, que conectan con hilos antiguos que enlazan toda su historia y que sería interesante exponer algunas de ellas.
No me extenderé más en el sensacional canto del Boss porque ya habrá ocasión para hablar algo más sobre él, reseñado queda que es el motor que puso en marcha estas letras y que es un placer conectar de manera tan directa con el alma de ese tipo tan cercano como es Bruce Springsteen. Queda establecida la línea argumental de esta entrada, el impacto hondo que trasciende en creaciones que viajan a la ausencia del padre.
La segunda referencia que me viene a la cabeza sin esfuerzo acerca de este tipo de obras que habitan en la esencia personal comentada es un libro, una obra que se inicia con la muerte de un padre, La invención de la soledad (1982) de Paul Auster. Auster es un novelista menor que ha ido de más a menos en su carrera, sus novelas iniciales La trilogía de NY (1987) o La música del azar (1990) son claramente más interesantes que otras posteriores hasta llegar a la decepcionante Sunset Park (2010) donde el autor se muestra terriblemente confundido acerca de la novela que quiere escribir y se manifiesta este dislate en la que consigue editar. Le atribuyo a Auster un excesivo éxito y ello genera una escritura poco pulida, sus obras son esbozos de textos que podrían ser mejores y que, en general, se ofrecen laminados por la torpeza que produce la falta de profundidad en las revisiones que toda obra precisa.
Paul haciendo de padre, el lenguaje corporal de ambos es revelador
Pero en los inicios de su carrera escribió La invención de la soledad y en ese opúsculo de memorias nos ofrece una primera parte, llamada Retrato de un hombre invisible, en la que reflexiona sobre el papel que su padre jugó en su vida, luego, en la segunda parte, El libro de la memoria, se sitúa como padre para explicarse y ya no tienen tanta intensidad. Nos encontramos de nuevo con honduras notables, Auster intenta llenar los huecos de su carencia paternal en un hermoso ejercicio que no culpabiliza, que no achaca al padre lejano la responsabilidad de la distancia ni tampoco se ofrece como víctima de nada, narra sobre la lejanía y ello le aproxima a nosotros, los lectores, con un gran acierto:
"Ha habido una herida y ahora me doy cuenta de que es muy profunda. El acto de escribir, en lugar de cicatrizarla como yo creía, ha mantenido esa herida abierta. En ocasiones he sentido un dolor concentrado en mi mano derecha, como si sufriera un desgarramiento cada vez que levanto la pluma y la presiono contra el papel. En lugar de enterrar a mi padre, estas palabras lo han mantenido vivo, tal vez mucho más que antes."
El nivel en el que se mueve el texto nos sitúa también en territorios íntimos del creador, el timbre es profundo, la narración captura por la autenticidad universal de lo que estamos leyendo y cuando uno levanta la vista al finalizar lo hace habiendo recibido un impacto emocional que deja huella. Es un libro que captura y hace reflexionar, me gusta regalarlo y lo he hecho en varias ocasiones, ahora lo recomiendo desde este foro.
Una conocida guitarra puntea de forma suave pero intensa, la tremenda elegancia del gentleman Clapton no permite intuir aún lo que se avecina, las cuerdas se afilan aupadas por el metal de los charles, se ahondan, y la voz abre el creciente desgarro con el que EC nos habla de los ojos de su padre, My father's eyes, para contarnos el dolor por la pérdida de su hijo. Si yo hubiera sido Climmie no hubiera puesto los coros que reblandecen el dolor, o los hubiera puesto en tono de Gospel salvaje, no obstante el viaje a la ruptura vital está garantizado, no hay veleidades sonoras ni demasiado cromatismo que adorne, básicamente es un hombre que ha perdido un hijo y que canta a su padre, aspectos mayores de la existencia, temas universales donde los haya, y una vez más, una obra que merodea al padre recoge con precisión la profundidad y el dramatismo que la añoranza sobre los ausentes hace explotar.
Un padre con su hijo, antes del desgarro
Si la figura del padre en Bruce era el símbolo del paraíso perdido de la infancia, de las raices primordiales y de la desorientación que se genera en su ausencia, la de Clapton representa, como en Auster, la fijación de los hitos personales entre las generaciones, el autor como puente entre su padre y su hijo, el uno le alimenta al otro en su relación, esas relaciones que no se eligen pero de las que uno jamás escapa (las familiares).
Where do I find the words to say?
How do I teach him?
What do we play?
Bit by bit, I've realized
That's when I need them,
That's when I need my father's eyes.
My father's eyes.
That's when I need my father's eyes.
La experta producción con la que la canción, y el disco, están dotados no logra esconder el hilo tenso y directo que traza EC, una conexión sustentada en la desnudez que exhibe y que se hermana sin fisuras con nuestras páramos anímicos.
Seguimos el recorrido de obras marcadas por la ausencia del padre, y no nos alejamos de la familia Auster, Siri Hustvedt es su mujer y también es escritora, una maravillosa escritora. La dimensión de sus novelas es muy superior a la de Auster, en las dos que he leído (ahora ando con La mujer temblorosa o la historia de mis nervios, 2009) he descubierto a una excitante agitadora del insondable mundo de las relaciones humanas y, sobre todo, de las relaciones familiares.
Lloyd Hustvedt, el agitador que no se ausenta
Con Siri la presencia de la ausencia paterna es muy potente, pierde a su padre en 2004 y la primera novela que edita con posterioridad es la Elegía para un americano (2008) donde mezcla la ficción sobre la resolución de un enigma en la vida de un padre, recientemente fallecido, de dos hermanos (el enigma es un macguffin de manual, la excusa de la que se dota la autora para para trazar esta novela dual, de carretera e introspectión intensa al mismo tiempo) y los textos extraídos de los diarios de su padre. Es muy profunda la permanente voz del difunto, la hondura intelectual y emocional de los textos de Siri resulta brillante y abrumadora, su perfil artístico es el de un ejemplar puro de intelectual dotado, pero su producción no aleja al lector a partir de esa circunstancia, como producen algunas obras ladrillo de otros escritores, la maestría de la escritora nos abre las puertas al dialogo interior, al disfrute de las historias bien construidas. Siri narra en su novela, desde el personaje masculino que surge de la figura de un hermano de la autora inventado y que la cuenta en primera persona (el hijo):
"Soy consciente de que la ausencia de mi padre había desatado aquella necesidad de anotar mis actos y sentimientos, pero al deslizar la pluma sobre las páginas comprendí algo más: yo deseaba responder con mis palabras a lo que él había escrito. Estaba hablando con un muerto"
De nuevo el ejercicio de la escritura resucita al padre y percute en los resortes interiores de autora y lector, el sendero desciende a lo primigenio, la palabra deviene sentido básico y lo consigue con esa manera tan característica con la que los escritores de EEUU parecen manejar con tanta solvencia desde la irrupción de Faulkner y Fitzgerald, una estructura de lenguaje limpia y precisa, que desarbola el devaneo, dispone nuestro interior sin remedio. Tengo una época de bastante buceo en la literatura USA contemporánea y la comparto con fruición con un grupo que se va ampliando y al que este apartado de la entrada va dedicado (MR, Carlota, Mimaría, Sumaría, Xavier), alguna vez tendré que hacer una entrada para glosar con algo de profundidad sobre las maravillas que se pueden encontrar bajo esta etiqueta literaria.
Siri, una autora de la nueva narrativa USA, una mirada profunda
Retomo a Siri para ahondar en su fijación en la figura paterna y sobre todo en lo que la ausencia produce, ese hueco revelado que el inconsciente no ha dejado de preservar, somos rehenes de las carencias primigenias y el padre las simboliza de forma notable, apelar a su figura sirve de catarsis exorcizante. En las "memorias" que estoy leyendo de Siri, La mujer temblorosa (2009), la referencia al tema de esta entrada no puede ser más potente, en un texto que la escritora produce para trasladar su patología nerviosa a la luz, un viaje desde los síntomas, los tratamientos y .... (aún no lo he acabado), encontramos que la primera frase del primer párrafo dice lo siguiente:
"Cuando murió mi padre, yo me encontraba en mi casa de Brooklin......", estas palabras en un ensayo que pretende plasmar una vida de migrañas y transtornos nerviosos, no puede ser más significativas, ni más exactas, preludian el viaje por un trastorno básico. Qué gran escritora es Siri Hustvedt.
Nuestra última invitada en la panoplia de "perturbados conscientes" por la figura del padre, de artistas que se ponen muy serios cuando lo recuerdan, o que porque lo recuerdan se ponen muy serios, es una pinaista y cantante azerbayana, supongo que encontraré pocos lectores del blog que la conozcan, y eso es un refuerzo en la idea de hablar de ella y hacerlo glosando su viaje al padre. Aziza Mustafa Zadeh es una hermosa mujer con una presencia muy original en el firmamento musical, su propuesta es el resultado de la fusión entre un Jazz muy serio (muy Jarret) con el Mugham (uno de los tipos de música folclórica de Azerbayán) y el aderezo de algo de clásica como coadyuvante. El resultado, un flamígero cóctel de temas hermosos, intensos, rítmicos y coloristas procedente de una de las regiones que conforman la cuna de nuestra civilización, uno de esos países que componen el eje del mal del "amigo" Bush y uno de esos lugares en los que el peso de los milenios dota a todo de una perspectiva privilegiada.
El padre y la niña Aziza
Aziza era hija de un reputado pianista de Jazz que murió a los 39 años de edad cuando Aziza contaba con 10, el vínculo está muy iluminado esta vez, no hay que buscar en el inconsciente exhibicionista los nexos, la pianista sigue la estela de un padre con el que no ha podido hablar, que le ha hecho convivir con su recuerdo y del que ha extraído talento y vocación. La discípula triunfa en el empeño de la emulación del mentor y se convierte en una figura emergente y original en el saturado mercado musical. el poco conocimiento que se pueda tener de ella no es señal de que su talento o su producción sea marginal o algo similar, en el disco que contiene el tema del que quiero hablar la pianista se acompaña de músicos como Stanley Clarke, Bill Evans o Al di Meola, interpretes que no se embarcan en proyectos de dudosa consistencia, y por supuesto, este no es uno de ellos. Mi relación con esta artista es muy reciente, no va más allá de un mes (no siempre mis entradas van a ser historias del abuelo Cebolleta!), se produjo a partir de la búsqueda de música palestina que me incitó a hacer un compañero del trabajo, la red es una proveedora generosa y entre varios hallazgos relevantes me topé con Aziza, el flechazo fue instantáneo, el piano de Jazz tocado a orillas de Mesopotamia, la cultura más antigua destilando swing, la fusión total que Miles evocó en tantas creaciones, la luz cambiante y bastarda que la inspira me enamoró sin remedio. Su obra ya contiene nueve discos y en las pocas escuchas que he podido hacer de algunos y en las más de otros he ido apreciando de forma creciente el placer de conocerla, pero lo curioso es que su relación con esta entrada no ha sido buscada, se ha producido de forma muy ligada con el azar, ese revoltoso generador de bonitas historias. Cuando escucho música de alguien que conozco poco tengo el hábito de marcar los temas que me capturan con mayor fuerza con el sistema de estrellas que comparten reproductores como el Winamp (en el portátil) o el Itunes (en el Mac), ello me permite recuperar rápidamente el grupo de canciones que más me han gustado para proseguir en la captación del mundo particular del músico incorporado.
Otra mirada, desde los milenios nos bailan el fuego
Ayer, mientras jugaba en la búsqueda de canciones presentes en mi discografía que contuvieran referencias al padre en su título me encuentro que la primera canción de Aziza que marqué, se llama justamente así, Father, y al leer el título me di cuenta de que mantenía las constantes de las cuatro obras relacionadas anteriormente y que había sentido esta intensidad en la primera escucha del tema (la lista contiene canciones que merecerían reseñas similares como: Ryan Adams - My father's son, Lisa Gerrard - Our father, Tom Waits - Sins of my father, Matisyahu - Father in the forrest, Elliot Murphy - My Father's house, Paul Simon - Father and daughter, Tori Amos - Father's son ... así hasta 46 piezas.
El álbum Dance of fire (1995), tercero de su carrera, finaliza con Father, y la pieza final presenta una ruptura tonal muy acusada, donde todo el disco ha presentado figuras luminosas que danzan en las cuerdas del piano camufladas en punteos que firmaría el mismo Paco de Lucía, mucho Mare Nostrum de nuevo en mis líneas, lo que en 12 tracks se desparrama de luz y aires de fiesta en el oasis, de repente se troca en el lamento intenso que transmiten añoranza y admiración. Aziza produce una elegía en un tema instrumental que no es fúnebre, hay demasiado amor en sus notas, pero que es, una vez más, muy profundo. No se me ocurre mejor final de esta lista, una artista describe la ausencia del padre a partir de las notas que un piano canta en soledad.

"Esa misma noche soñé que estaba con mi padre y que él extendía sus brazos hacia mí. Yo me inclinaba para que me abrazara, pero antes de que pudiera hacerlo me desperté. A la mañana siguiente me llamó mi hermana Liv para decirme que nuestro padre había muerto" Siri Hustvedt en La mujer temblorosa.

Dedicado a mi padre ausente.

lunes, 24 de octubre de 2011

Ciao Sic

Un domingo cualquiera, otra jornada asaetada por las noticias deportivas, ayer el Barça dejó volar dos puntos, hoy los All Blacks ganaban su segundo mundial, había motos pero el campeonato ya está finiquitado en GP y ni me enteré de la carrera.
Un domingo cualquiera, miles de seres humanos mueren  y morirán en el transcurso de las horas de este día de asueto para el afortunado que no los tiene todos libres.
Un domingo cualquiera y un extrovertido chaval de Cattolica se ha matado por ser él mismo, por pensar que su envergadura le permitiría domeñar las gomas frías, el trazado artero, las sombras de sus rivales. El 58 está caliente, la pista aún no, y una vez más sigue la línea de su trazado particular, un sendero que a veces existe y a veces se llama asfalto.
Un domingo cualquiera y 183 centímetros de ser humano son decapitados en un lugar tan insólito como Sepang. Me siento mal por ser fanático de un deporte que siega vidas por deporte, hace un año Shoya (la carrera ni se paró), antes Kato, Prior, Wakai, Palazzese, Heck, Wrettom, Huber... El regusto del circo romano me aqueja, qué goce merece la muerte de otras personas?
Un domingo cualquiera y hace ya 38 años que llevo moto de forma legal, Easy rider se estrenó poco antes de mis catorce y su estruendo libertario me marcó para siempre, supe de forma natural y definitiva que si hay una forma de desplazarse que recoja la estela del vuelo de las aves es el trazar rutas con dos ruedas y un motor japonés entre las piernas. Cuando uno ha llevado una bestia salvaje de cien caballos y la ha puesto a más de doscientos siente que el vértigo se puede tocar, y lo toca.
Una sonrisa desvanecida (este es el contenido de la web de Simoncelli en el día de hoy)
Un domingo cualquiera mis horas se han llenado de música, Bruce ha oficiado el funeral: Cause baby I'm just a scared and lonely rider, But I gotta know how it feels.....  where we really wanna go and we'll walk in the sun. But till then tramps like us, baby we were born TO RUN
Otro domingo cualquiera y pasan por mi mente, cuando me escupe la noticia el titular de El país, los nombres de tantos jinetes salvajes a los que he admirado por su arrojo y envidiado por su manejo: Giacomo, el primero, el dominador absoluto de su década, el hombre que cabalgaba la MV Augusta como un apache libre, Barry, el inglés sinuoso, el tipo que me ha asombrado más por la osadía inteligente de su trazada, Kenny, un capo, el que destronó a Shene y el primer estadounidense que alcanzó el título, abriendo el grifo de jinetes USA, los monstruos que convirtieron el circo de la cilindrada reina en un rodeo apasionante, Eddie, Freddie y los Wayne, una escuela de samurais afilados como el dolor de lo absurdo, devoradores de circuitos y estrellas fulgurantes. Llegó Michael desde las antípodas y puso sus gomas sobre los rivales, sin piedad y sin mirar atrás, colgado de su montura hasta cansarse de acariciar la pista. Los años latinos que inaugura Álex y destroza il Dottore, el genio de Urbino dibujando senderos únicos y patentando la frenada... Y hasta la fecha, sólo son carreras, a veces con gusto a carnaza.
Un domingo más, pero no para Paolo, un tal Paolo Simoncelli que ha asistido en directo a la vida arrebatada de su cachorro, menos para la madre y la hermana. Se han quedado suspendidas en el trance de temer lo peor y que sucediera.
Un asco de domingo, un sinsentido, honrar la muerte de uno de los millones de habitantes del planeta que nos dejará en o nos ha dejado en 2011, lo siento, tampoco conocía a Marco pero me sabía las partes de su corpachón que le sobresalían de la Honda, un apasionado que transmitía su locura.
Un domingo que pesará sobre Rossi, y sobre Colin. Un peso que no aliviarán los lugares comunes sobre el azar o la inevitabilidad de los accidentes.
Un domingo en el que quiero escupir mi absurdo dolor.
Ciao Marco, baby you were born to run, ya nunca veremos como te rapas la melena.

viernes, 21 de octubre de 2011

Guijarros

guijarro(De guija).1. m. Pequeño canto rodado  Diccionario de la RAE

Hace años que tengo una sensación algo molesta, a veces teñida de un orgullo alelado, y que, en general, siempre me sorprende; ésta se relaciona con un paradigma conceptual que me sostiene desde hace mucho: la idea de que no existe unicidad perceptiva en la repercusión de una obra artística, si una creación solo le habla al "artista" es que peca de su rasgo esencial, el valor artístico. Para ser considerada una obra de arte la incapacidad de proyectarse le restaría este distingo que puede poseer un objeto creado por la mente y los sentidos de una persona. Pienso que una obra de arte lo es cuando trasciende la barrera del yo al otro y en esa dinámica impacta en la sensibilidad, las entrañas o el alma de otro ser humano. Sé que la historia me muestra casos de rechazo o indiferencia a obras de creadores notables, y lo eran porque luego han tenido una admiración y entendimiento masivos; pero no me intimida el hecho, sostengo de forma rotunda que una obra de arte puede ser calificada como tal en el momento en el que una creación conecta de forma única y esencial  un espectador, y aduzco, para estos casos de incomprensión o indiferencia temporal, razones que pueden provenir de corrientes culturales contrarias, momentos históricos convulsos que absorben percepciones latentes, incapacidad del medio en difundirse  o circunstancias similares, que han impedido la percepción adecuada de dicha obra. Y como resulta que los humanos somos más iguales de los que nuestros egos presuponen, y más diferentes de lo que las generalizaciones ofrecen, el topar con ignorancia donde uno vive impacto y familiaridad es lo que le confiere a la sensación la molestia apuntada al principio.
En el caso, más que probable de todo lo anterior resulte un galimatías incomprensible, quiero aclarar que me estoy refiriendo a la extrañeza que me provoca la expresión de desconocimiento que veo pintada en la cara de mi interlocutor cuando le comento sobre alguna de las joyas de mi discografía y le resultan absolutamente desconocidas. No puede ser que discos que me han procurado tantos momentos de placer sean ausencias implacables en los registros musicales de tantas personas. Por ello, hoy, al fin, voy a desquitarme y voy a darles la difusión que me permita la audiencia de este blog. Algunas de las grabaciones que recomendaré son amigas de hace décadas y otras de hace meses, pero todas ellas comparten la carga de ser admiradas en solitario, sin haber encontrado casi nunca un cómplice avisado.
El guijarro irish, la liviandad del aire
Tir Na Nog. Tir na nog (1971), este el primer disco de esta saga de guijarros, piedras preciosas a las que la ignorancia o el olvido han dotado de una pátina sin lustre que las hace inapreciadas, en el jardín, guijarros en cuanto se presentan como elementos anónimos ante el público, escamoteadas a la vista entre el marasmo de lo obvio y difundido.  La ópera prima del duo dublinés formado por Leo O'Kelly y Sonny Condell es una primorosa obra de 13 canciones perfectas, la delicadeza de las voces y los instrumentos eleva este disco a niveles muy bellos. La música celta, y este disco es un ejemplar con un ADN muy puro en este sentido, es una corriente en la que el lirismo, la melancolía y el gozo, más que la alegría en muchas ocasiones, es frecuente, los TNN optan por la vertiente intimista, con las dos voces y unos pocos instrumentos acústicos (comparten con el género Farmer algunas características) construyen un universo que nos traslada sin esfuerzo a Innisfree, por citar una población referencial. Desde la belleza nis embrujan y desde la calma nos arrullan. Fue un referente en un grupo de adolescentes entre los que me encontraba y no he vuelto a saber de nadie que los haya oído nombrar. En la época de los primeros ADSL y las tarifas planas parciales, de 20 a 8 en laborables, me costó bastantes jornadas reunir todo el LP pero lo conseguí, lo curioso es que ahora está mucho más asequible e incluso otros discos de la pareja se pueden encontrar con facilidad. Dedicado a los que el adjetivo bonito les resulta oportuno.
Nunca Nastassja estuvo tan hermosa como en esta película
Ry Cooder. Paris, Texas (1985). Este es un autoguijarro, un enorme descuido de mi anterior entrada "Maridaje que me incapacita?", cuando escribía acerca de las pocas bandas sonoras que han llegado a interesarme no incluí este enorme disco, el inconsciente es sabio y lo omitió por la sencilla razón de que no lo tengo conceptuado como tal, además, es que la había reescuchado poco tiempo antes. En la preparación de la música no jazzera para el viaje a Donosti estuve buscando música viajera, y esto lo es por antonomasia, la película de Wim Wenders (de lo poco visible que tiene le pedante alemán) es una de las dos mejores road movies que yo conozco (la otra es la deliciosa Dos en la carretera de Donen), y Cooder compone desee su guitarra himnos para la carretera, no es el único gran disco de este semidesconocido en nuestros lares, tiene una excelente discografía y he elegido esta obra para paliar su ausencia del post anterior. El tipo ha tocado con Clapton, Taj Mahal, Neil Young, algunos Stones, Mavis Staples y una interminable lista. Dedicado a los que saben que el viaje es el auténtico objetivo y el destino la excusa.
Ready por the trip?
Iron Butterfly. In-A-Gadda-Da-Vida (1968). DAN DAN DARADANDAN DAN DAN DAN, el potentísimo riff de Erik Braunn irrumpe poderoso en la canción homónima con el álbum a partir de un sonido Hammond que le abre paso, nos esperan diecisiete minutos de psicodelia sesentera en estado puro. Un disco mítico entre los hippies de aquella época y que hoy en día parece imposible encontrar alguna persona que sepa de él. Uno de los guijarros más puros de esta ristra, puedes encontrar fanáticos de los primeros Floyd, de los Doors, de Hendrix o Joplin ni hablemos, pero de los Iron, ni rastro. El disco contiene una cara A con cinco temas más que interesantes y que ya se harían merecedoras de constar aquí, pero el tema comentado que llena la cara B es un viaje único por el Peace and flowers más auténtico. El título parece provenir de un estado de colocación notable y cuando el batería le preguntó al guitarra como se llamaba el tema, eso fue lo que entendió. El recorrido musical se llena de ecos lisérgicos, de solos arrebatados, de pausas para tomar aliento, de crescendos vigorosos; es un festival para los sentidos. Dedicado a los que añoran sus camisetas desteñidas con lejía.
Arcangelo Corelli. Concerti Grossi, Op. 6 ,nº 2, 5, 8 y 9 (?). En el barroco y la clásica los guijarros son tan frecuentes que dan algo de cansancio, si el mismo Bach se pasó un siglo perdido en el jardín, Quién estará a salvo?. No obstante esta serie de conciertos son muy conocidos y podría parecer una "boutade"incluirlos aquí. El motivo no es tanto la obra, que no se toca todo lo que se merecería (como casi todo el barroco) porque es una música excepcional, sino la versión que me hizo descubrirla hace ya unos años.
Una edición peculiar, una carátula imposible de encontrar
El director checo Bohdan Warchal, al frente de la formación que el puso en marcha como primer violín, la Orquesta de cámara eslovaca, nos regala una aérea recreación de los cuatro concerti mencionados. El grupo funciona como una unidad muy trabajada, ofreciendo el brillo del sonido al conjunto en consonancia con la filosofía de orquesta pequeña y estable sin estrellas que opaquen al resto, las cuerdas se suceden y se cruzan, contrapuntean y cantan. Ni que decir tiene que la formación es muy popular en Eslovaquia, y que cuenta con un repertorio muy amplio, pero de escasísima repercusión internacional. Este disco ha conseguido que las otras versiones que he escuchado de esta obra me parezcan pobres, diría que Bohdan y yo compartimos una visión de Corelli, y los demás directores no. La pregunta es como llegué a adquirir este guijarro, curioso donde los haya, pues resulta que el grupo editorial Zeta tenía, en los noventa, una revista que se llamaba Dinero (creo que era como de actualidad económica o así, y si no lo era es que el editor era un zumbado graciosillo) y que ante la lógica falta de ventas tuvo la genial ocurrencia de regalar un ejemplar (Los genios de la música clásica) de la colección con cada número de la revista. Incoprporé una media docena de piezas que no tenía y ésta fue una de ellas, aún me acompaña. Dedicado a los eslovacos y a los checos y a todos los ciudadanos que saben solventar sus diferencias de forma amistosa (aunque los checos se hayan quedado con la mejor parte ;p).
Otro inglés al Blues
Clark Hutchinson Band. Blues (1968). Guijarro comprensible a medias, los CHB nunca han tenido repercusión mediática y se aferraron al Blues en los años en que los ingleses lo abandonaban, ya comenté en el post de Clapton lo difícil que resultaba mantenerse fiel en aquella época, el Pop y el Rock desbordaban el mercado y apenas quedaba un hueco para los Mayal, Yardbirds y unos pocos. La banda, creada por Mick Hutchinson y Andy Clark optó por una vía propia muy sureña y muy blanca. El álbum presentado es magnífico, lento como el Missisipi cuando se curva en meandros, luminoso y intenso. El disco desgrana magníficos pasajes musicales desde el soberbio Bad loser que lo abre hasta llegar al meandro final, el tema llamado The summer seems longer, donde Mick nos da una lección de como se toca un blues al final de una dura jornada estival, las notas se alargan y el ritmo se aplana hasta saberse en ocaso. El guitarrista tiene un origen en su carrera como miembro de una banda que tocaba música hindú y tal vez ese sea su aire diferencial, no suena a nada conocido y no merece ser desconocido. Dedicado a los que aman los atardeceres estivales.
Tricky. Blowback (2001). El p... amo de la escena de Bristol de los 90, el cofundador de Massive, el pincha en todos los jolgorios que alborearon la puesta en escena de la eclosión musical del Trip Hop, se hace mayor, encuentra una chica y borda un trabajo dentro de una carrera inmaculada. Pero... Tricky, quién es Tricky?? Para el que quiera saber más está la wikipedia, pero el que quiera sentir mejor que se deje acompañar por esta maravilla de la música atmosférica densa y perfectamente editada, qué gran trabajo de producción contiene el disco!. Por qué es un guijarro?, sencillamente porque los fans del príncipe oscuro lo tachan de comercial, a pesar de que las ventas no se diferenciaron demasiado del resto de discos editados hasta entonces, y reniegan de él, pero los no conocedores de esta corriente musical no llegaron a asumirlo.
Para perder el aliento sin cesar
El disco es un puzzle completísimo de las filias de Tricky, los temas se mueven entre algunos ritmos hipnóticos y otros alegres, joviales incluso (el chico está enamorado) y me permito insistir en el estratosférico sonido que posee, el mago nos presenta los sonidos por planos perfectamente cuidados, cada ráfaga se adecúa en su lugar y cada momento suena como debe, una gozada. La pasión que siento por este disco proviene del momento de su incorporación, el primer verano que pasamos en nuestra casa con Mimaría fue una banda sonora permanente y sus canciones himnos del aposentarse en la nueva situación. Ella ama este disco y yo también. Dedicado a Mimaría.
Let the buffalos run
The Stills-Young Band. Long may you run (1976). Neil Ypung es un experto en guijarros, el canadiense es un autor compulsivo y el mercado no entiende de tanta efusividad creativa, no hace promociones y saca un disco acústico cuando las ventas apuntan a lo eléctrico, o viceversa. El padre espiritual de Cobain, Vedder o los Gallagher (Nirvana, Pearl Jam y Oasis.. nada menos) es un espíritu libre donde los haya y hace música. La que le gusta y cuando le gusta. A mediados de los setenta se desintegra la celebérrima formación Crosby, Stills, Nash and Young, paradigmas del Country Rock más auténtico y Stills y Neil se reunen para tocar un poco y grabar otro poco, ambos eran viejos colegas de los tiempo de Buffalo Springfield y llegan a este momento en plenitud creativa. El resultado, un guijarro de armas tomar, los fans de cualquiera de los dos desconocen de forma generalizada este trabajo y es uno de los mejores de la carrera de ambos. A Neil el trabajo le gusta y sigue interpretando algún tema en la mayoría de los conciertos, su versión de la canción Long may you run en el Unplugged (1993) es rotunda y vigente al máximo.
A mí hay un momento que me resulta muy especial en este trabajo, el track Fontainebleu (ellos lo pronuncian "faunteinblu"), una creación de Neil, es una casi balada campera en la que el monstruo mete una eléctrica chirriante a rabiar que suena increíble, la suavidad de las voces con el ácido de las cuerdas es sublime. Dedicado a todos los que sienten que la música es libertad.
Un esteta poderoso
Jonsi. Go (2010). Un futuro guijarro. si no lo es ya. Una gran obra Pop que desparrama lirismo y atmósfera sin descanso. Un álbum de un género por el que guardo muy poco respeto pero que de vez en cuando produce genialidades como esta, el vocalista de los opacos Sigur Ros haciendo rabiar a sus seguidores snobs con una obra que se entiende y asume (un poco a lo Tricky pero en gay) por un público que es mayor. La pena es que el mercado devorará, si no lo ha hecho ya, esta joya que en la pérdida de brillo se trocará también en otra piedrecilla olvidada. No lo merece la colección de canciones que nos ofrece bajo esa portada tan esteticista, su música peca tal vez de ello a veces, pero al caudal de belleza e intensidad que nos regala, no se le pueden poner demasiadas objecciones, las poderosas baladas que desgarra la voz de Jonsi, ensartada en unos arreglos con mucho sabor a fiordo y leyendas escandinavas, generan demasiado estremecimiento en la piel como para no cautivarse. Mimaría y yo tuvimos oportunidad de asistir a la parte final de su concierto de presentación dedo disco en el Sónar y una de las cosas que se puede decir del álbum es que consigue recrear las sensaciones que el poderosísimo directo del islandés ofreció. Dedicado a los que saben dosificar el Pop con mucho tino y mucho desparapajo.
Johaness Brahms. Sinfonía nº 2 en Re mayor. (1976). Karl Bohm dirige este guijarro, otra aparente contradicción, quién no conoce a Brahms, sus sinfonías? Quién puede, desde una posición de cercanía respecto a la música clásica, alegar no saber nada de Bohm? Entonces, a que incluirla en la lista?. La presencia de esta monumental pieza del siglo XIX responde a intentar paliar la sensación personal de varios olvidos, el primero es el de la composición en sí misma. La segunda del último de los grandes románticos clásicos tuvo mucho éxito en su estreno y es una obra con presencia habitual en los conciertos durante mucho tiempo, pero su brillo es menor que la primera, esa composición que Brahms gestó durante casi dos décadas y la tercera y la cuarta. En la actualidad está desaparecida de los repertorios, los que yo controlo, usuales (cosa que se puede decir de casi todas las obras del autor) y a mí, tal vez porque fue mi vía de entrada al universo Brahms, me resulta tremendamente injusto.
Una integral cumbre
Es una sinfonía de una apariencia leve, si es que esto puede adjudicarse en algún caso a las obras del músico hamburgués, pero que en las sucesivas ocasiones en las que se va oyendo se revela dotada de una profundidad terrible y de una capacidad de emocionar muy intensa, tal vez la ambivalencia entre inocencia y alegría (los dos adjetivos con los que el músico la calificó comentándola con un amigo), su carácter pastoral o su fácil escucha, la hayan postergado entre sus hermanas. Un ejemplo estadístico de aficionado avala este dato, si uno realiza una búsqueda en Google (el guguel para mi hijo) de Brahms sinfonía, aparece solo seis veces en las primeras cien entradas, por 22 veces la primera, 24 la tercera y 19 la cuarta. Aunque sólo sea por el trabajo de recuento creo que merece la pena ensalzar esta obra para contribuir a su rescate. El segundo olvido a restaurar es al mismo Brahms, un compositor metido en la difícil cuña que forman Beethoven y Wagner, la enorme calidad del conjunto de su obra, con maravillas camerísticas como el Quinteto con piano o sus obras para el cello, sus cuatro sinfonías (el rescatar la segunda no implica desaprecio por las toras) o el celebérrimo Requiem alemán, son un legado que no se puede perder y que, insisto sobre la cualidad de apreciación personal (como siempre en este blog), parece algo perdido en el repertorio contemporáneo. Y el tercer olvido, es el de Bohm, un director por el que tengo una debilidad absoluta, sus Cosí fan tute, Tristán e Isolda, integral de las sinfonías de Beethoven, por citar tres, son joyas en mi discografía, obviamente junto a la integral sinfónica que nos ocupa. Bohm es un claro ejemplo de artista con una dicotomía habitual, una obra genial y una vida personal, como mínimo, sospechosa. El hombre que devolvió a la Filarmónica de Viena a un lugar preminente en los años cincuenta, que dirigió algunos Salzburgos y Bayreuths de forma brillantísima, es también un alemán que medró en la Alemania nazi, aprovechando el éxodo forzado de tantos músicos judíos en esa época, y del que existen fuertes sospechas de una ideología antisemita. Siempre he pensado que es muy saludable separar la admiración que se puede sentir por la obra de un artista y la opinión que el mismo pueda generar, este es un caso bastante claro de ello. Pero como hablamos de su legado, acudamos en su recuerdo y no dejemos que mengue su presencia en nuestras audiciones. La segunda sinfonía de Brahms es una composición perfecta, muy amistosa en primeras escuchas, sirve de adecuada introducción al mundo sinfónico y la versión de Bohm es sentida, brillante y exacta. Dedicado a los que siempre soñarán con cielos estrellados.
Rastro de lágrimas
Peter Green. In the skies (1979). Green es un hombre que lo ha tenido todo para ser una megaestrella de la música y hoy en día es un hombre guijarro puro. Puedo afirmar que no conozco a nadie que sepa nada de él y lo peor es que no saben que si lo saben (perdón por la aliteración boba). El fundador de Fleetwood Mac, el guitarrista que sustituyó a Clapton en los Bluesbreakers y el autor de himnos tan archiconocidos como Black magic woman o Albatross es, hoy en día, un nombre que no suena a nadie. Su carrera tiene ciertos paralelismos con EC, el paso por los chicos de Mayal, el abandono de una banda que él crea y deja cuando el éxito les desvía del Blues, su admiración por Robert Johnson, al que también le graba un Songbook y su pasión por el guitarreo bluesero, tal vez le ha faltado la sensatez de manolenta para conducir su vida y su carrera. Esta oscuridad respecto a su figura se traslada de forma natural a su obra y concretamente a esa maravilla de la música melancólica que es el In the skies. Nueve temas propios, cantados y en la guitarra solista, nueve letanías para días de lluvia, paseos al aterdecer o veladas en compañía intimista. Las canciones del álbum son sencillas, creaciones de un alma bluesera que se sabe blanca y desdichada, el tono del disco corresponde a una enésima vuelta de Green a su carrera y hay esperanza en su canto, pero hay al tiempo, toda la carga de unas andanzas complicadas. La escucha de este disco, al que no le hubiera sobrado una mejor producción, lo sencillo no está reñido con el buen hacer, es un ejercicio de inmersión es territorios hermosos, limpios y con un intenso sabor a otoño. Démosle una oportunidad y concedámonosla a nosotros. Dedicado a los que tienen programada, real o platónicamente, una cita con alguien que les eriza la piel.
El jardín cierra por hoy, no es para nada descartable alguna edición siguiente de guijarros, hay demasiados para que sean soslayados, el azar ha querido que sean diez, no ha sido para nada intencionado, son los que he querido traer a esta ventana. Recuperando el argumento primigenio que esbozo al principio de la entrada, debo decir que todas las piezas reseñadas han contribuido de forma notable a aplacarme, estremecerme, hacerme vibrar, acompañarme, dotarme de un fondo adecuado, ensimismarme y dotarme de sonidos para regalar, en numerosas ocasiones, el arte está presente en todas ellas y sirva este post como agradecimiento a todos los creadores que las han hecho posible.
PD. La ubicación de la entrada se corresponde con el lugar donde mi sentimiento y mi alegría han estado en las fechas de edición de la misma. La fecha del día de hoy ha ingresado en el lado alegre de la historia mal que les pese a los defenestrados habituales. Algunos incluso lo considerarían un guijarro, en ese caso yo pensaré que es una roca desde la que se tallarán los adoquines de una vía nueva, la que nos merecemos.






martes, 18 de octubre de 2011

La guitarra tras la voz, la música en el campo

Hace unos días, mientras bullía la indignación que se solventó en el post anterior, escuchaba a la delicada Gillian Welch y tomé dos decisiones, una de ellas postergada desde hacía demasiado, la otra novedosa. La primera tiene que ver con la gestión de mi discoteca y el etiquetado por géneros que hace la vida más fácil, desde hace años iba encajonando en etiquetas varias (Singer/Sogwriter, Lounge, Rock, e incluso algún Pop) a una serie de cantantes que tenían más características comunes que dispares y que merecían encuadrarse en un cesto común. La determinación cobró forma y un nuevo género habita en los gestores de música: Farmer, la elección del nombre no es asunto baladí, tenía que ser una etiqueta que condujera con la máxima claridad posible hacia el grupo de músicos que cobijaría y la encontré, y los trasladé (están más cómodos ahora, agrupados y con un decorado que les identifica mejor). La segunda actuación pensada se refería a la materia que contendría esta entrada y no era otra que la música Farmer que disfruto.
El aire contenido en la música
El género se puede encontrar por ahí como Folk (no lo uso porque no es música con mensaje social o político que frecuentemente acompaña a estos cantantes), Country (no es adecuado porque no incluye ritmos bailables), Cajun (es más que eso ) o Honky Tonk (demasiado específico y limitado). Los parámetros que crean un conjunto de esos cantantes son: su música está soportada por dos instrumentos principales, la voz y la guitarra (muchas veces acústica o semiacústica) y los arreglos que contiene sus temas añaden detalles de violines, armónica o algún otro instrumento acústico. El motor que les impele es el canto de un texto, o sea, hablamos de cantantes de canciones (estrofa, estrofa, estribillo, estrofa en la mayor parte de sus temas, aunque hay excelentes excepciones sobre esa estructura tan manida), y la característica principal que sella el distingo es que en su escucha uno se siente trasladado al paisaje rural de los USA, sean las montañas de Nebraska, los desfiladeros del oeste, o sus eternas praderas. En esos sonidos hay fogatas, reses, relinchos y aire libre.
En los antecedentes brilla Neil
Mi incorporación como seguidor de la mayoría de los componentes del nuevo género es relativamente reciente y el criterio de admisión es mucho más personal que de costumbre, es cierto que hace ya décadas que sigo a Neil Young que, en su vertiente acústica sería paradigmático de los farmers y algún álbum de un Dylan primerizo también podría encajar sin esfuerzo, el multicitado JJ y mi admirado Kris Kristofferson son del grupo y tal vez tenga alguno más de la vieja escuela en el fondo de armario discográfico, pero la gran mayoría son cosecha del sigo XXI o me los he hecho míos en este siglo.
La producción de este tipo de música siempre ha sido un coto muy restringido al mercado USA y nos llega a Europa muy limitadamente, la ruptura de los canales convencionales de difusión ha hecho posible acceder a muchos de ellos que nunca han pisado, ni piensan hacerlo, el viejo continente, y que viven la mar de cómodos en su estado, con sus giras y sus lanzamientos de discos.
Pero esta música merece reseñarse por su calidad, por su efecto terapéutico, ideal para descrisparse y porque hay que estar abierto al máximo número de estilos para poder descifrar de forma correcta las vías propias de disfrute. Por todo ello y porque me apetece escribir sobre unos cuantos compañeros de mis tiempos bucólicos, ahí van los nombres emblemáticos de este movimiento.
Ryan Adams. Para empezar un polifacético artista de Carolina del Norte, poeta, pintor y músico. Sus devaneos sentimentales y colaboraciones musicales contemplan nombres como los de Alanis Morrissette, Beth Orton, Norah Jones o Winona Ryder, y eso ya nos habla de un espíritu inquieto, libre y potente. Ryan es de los que provienen de la etiqueta Rock, aunque su grupo germinal, Whiskeytown está en una línea Country Rock algo diferente. Su inclusión en el género y en primer lugar se debe sobre todo a los discos que edita en solitario, sin los Cardinals, con los que toca un Rock bastante menos interesante, y entre los primeros sobresale el de su debut, el estratosférico Heartbreaker (2000), un disco culpable de mi creciente interés por esta vertiente musical, desde que lo descubrí no ha dejado de aparecer en las escuchas de las más variopintas épocas.
Penando por mil penas, el desgarro en sus canciones
Ryan, se lanza a la aventura de la música en solitario y, como es bastante normal en los artistas que tiene cosas que decir, cambia el registro de forma sustancial, donde habían guitarras y himnos de rock campestre nos encontramos en un oasis de baladas íntimas y sensibles bordadas con su preciosa voz. Un lujo de disco que no puede más que disfrutarse. La década transcurre de forma irregular para el norcarolino y los discos se suceden, algunos muy buenos el Gold (2001), el intimista 29 (2005) y el más urbano y triste Love is Hell (2004).  El tema fetiche del cantante es el "Oh my sweet Carolina", del Heartbreaker: Oh my sweet Carolina, What compels me to go?, Oh my sweet disposition, May you one day carry me home.
Fink. Un singular cantante inglés, en las venas circula el aire de Cornualles y los años de Bristol, en la garganta germina la sensibilidad y el hielo. Su atmósfera campera sugiere un Earl Grey en la campiña surcada de rocas. Descubría a Fink hace un par de años y desde la primera escucha del Sort of revolution supe que lo nuestro tenía futuro, tiene un sesgo opaco que lo hace único y esto, en el siglo XXI es un hallazgo muy raro, que un tipo con una guitarrita y algunos arreglos leves consiga sonar diferente y fascinar merece mucha admiración. Hay mucho horizonte sureño en las canciones de sus discos, aromas cajun, ritmos bluesy y cadencia negroide, sospecho que los gustos musicales que le alientan están muy alejados de las calles de Bristol. En todo caso es un placer tenerlo y disfrutarlo con frecuencia.
Una revolución en mis escuchas
Mi disco suyo es el primero que descubrí, tal vez eso influya, el Sort of revolution (2009) y la pieza a no perderse de ninguna manera es el track homónimo que abre el disco, puro veneno. Todos los restantes: Fresh produce (2000), Biscuits for breakfast (2006), es inglés al fin y al cabo. el Distance and time (2007) y el calentito Perfect Darkness (2011) que aún estoy descubriendo. En todos ellos se suceden las canciones con el singular ADN de Fink, temas muy pausados, casi recitados, con la capacidad de parar el tiempo y torcerlo hacia el exterior, se escucha su voz hipnótica y un bálsamo aquietador te posee, las portadas de sus discos, cuando ofrecen su imagen, lo presentan con retratos a pluma, sin grises, algo duros, hay que ir al interior para hallar matices y suavidad. Es preciosa la letanía en Biscuits, biscuits for breakfast, biscuits for breakfast, biscuits for breakfast... y en tantos otros temas. Una experiencia única.
Bill Callahan. El tipo que se ha pasado casi toda su carrera bajo el seudónimo de Smog es un introspectivo cantante nacido en Maryland y de él se puede decir que hilvana las canciones a través de su preciosa voz, modulada en meandros calmosos, y un ritmo de amaneceres límpidos. Su música es bonita pero no dulce, el desgranar de las piezas se produce en la calma que su tranquilidad natural les confiere. Mi relación con él es bastante reciente, lo descubrí en un blog que visitaba en otoño pasado con mucha frecuencia y debo confesar que, más que el elogioso texto del blogero hacia su Sometimes I wish we were an eagle (2009), me capturó el bucolismo campestre de la portada y esa declaración tan naïf del título de la obra. La escucha produjo un flechazo instantáneo (valga la redundancia) y conseguí toda su discografía en pocos días. Su trayectoria se podría definir como un viaje desde el experimantalismo a la sabiduría, los primeros discos de Smog contienen grandes momentos y "boutades", música y sonidos, rezuman una búsqueda de un lenguaje propio, y a mitad de los noventa lo encuentra y lo desarrolla con maestría.
Ser águilas? Estar ahí ya es suficiente
Si tuviera que etiquetarlo en un tipo de música lo haría con el sello de granjero urbano en paro, entendámonos, es un farmer al completo, en sus últimos discos, su discurso precisa verde y espacio, pero el bagaje que le acompaña está espolvoreado del sonido industrial que le vio crecer como músico, no reniega de ello simplemente ha aprendido a situarlo. Ni que decir tiene que entre sus discos recomendables está el Sometimes, hermoso hasta sudar hermosura, con el primer track Jim Cain sedando nuestros oídos desde un principio, hasta la monumental The wind and the dove, con aires orientales. También recomiendo su último álbum, Apocalypse (2011), donde consolida sin esfuerzo logros del anteriormente comentado. Somewhere between the wind and the dove, Lies all I lost in you, And when the wind just dies, when the wind just dies, And the dove won't rise, From your window sill ... Puro Callahan.
Iron and Wine. Samuel Beam es un cantante al que no le debe gustar su nombre y se hace llamar hierro y vino, una de las curiosidades que tiene, el músico de Carolina del Sur es otra incorporación a mi discoteca por vía de su buen gusto en las portadas, en este caso era el The creek drank the cradle (2002) y está conseguido en las mismas fechas que el de Bill, el mismo merodeado blog también. Es un artista menos prolífico que los anteriores ya que desde el Creek hasta la actualidad sólo ha grabado tres discos más. se ve que se toma la vida con calma y sus canciones lo reflejan. En los states es un artista de culto y en ciertos círculos queda muy cool declararse seguidor del IaW, su música es pasto de series de calidad (o menos) como House (algún día tengo que conocer al coordinador musical de esa serie, que talentoso!!), Anatomía de Grey o L word.
La portada que transpira
Los cuatro obras que ha editado son totalmente recomendables si bien es el Kiss Each Other Clean (2011) el que más suena en mi Ipod últimamente (ese Rabbit will run tan celta y cadencial!), de quedarse uno el Creek sin dudar.
Un peligro de la sutileza pausada de su música es que se emplee como hilo musical y se desperdicie le caudal de detalles que contiene, pero cada cual que lo escuche como le convenga, que tampoco estamos para dar lecciones de nada. Si contemplando la portada del Creek no os sentís arrebatados a lanzaros en pos del álbum es que sois daltónicos auditivos o miopes oyentes, sólo puedo decir que la hermosura de la música está presentada coherentemente con el exquisito diseño de la tapa. An angry bird es la canción que me martillea con más tesón y en cada ocasión que suena siento el roce de las mieses en mis manos andarinas, su calma voz canta: Eres un muchacho airado y eres valiente, pero estás solo... Una sabia fotografía.
The kings of convenience. Nos ponemos exóticos y introducimos nuevos elementos en la comunidad Farmer, esto no es un singer solitario, es un duo de chicos !noruegos!, dos pipiolos con aire frágil que se inyectaron el campo en las venas o lo traían de serie, no importa, pero se diría que sus discos huelen a pasto recién cortado y su música deviene coherente con el aroma.
Así de tranquilos son los noruegos
El punto de interés que me llevó a ellos no fue la portada ni la recomendación de nadie, me sedujo, y sigue haciéndolo el nombre de su primer disco, Quiet is the new loud (2001).
Alguien que se hace llamar los reyes de la conveniencia y que lanza un álbum que proclama que la tranquilidad es el nuevo ruido tiene que ser catado sin reservas. En la búsqueda de su discografía me topé con otra joya de esta sutil toponimia musical, Declaration of dependence (2009), toma ya!!. En el caso de los escandinavos se produce uno de esos momentos en los que la música adquiere todo el valor que puede poseer, estoy en casa y los pongo a sonar, y Mimaría, levanta la vista y pregunta: ¿Quién es? y sonríe, en esa sonrisa se encuentra el sentido de todo esto. Singing softly to me, I don't know what I can save you from o Parallel lines son piezas de una calidad tan extraordinaria como etérea, son tres muestras de las varias que se hallan en cualquiera de sus cuatro discos, recomiendo los dos citados porque su verbo me subyuga, pero los otros dos son tan destacables como estos.
Gillian Welch. La ciudad nos visita, esta neoyorquina de nacimiento y angelina de crecimiento es la detonadora del impulso que me ha llevado a escribir este post. Ya era hora de que apareciera una voz femenina en estas letras, el género farmer estaría incompleto sin los trinos de las chicas, el género madre que es el Country cuenta con maravillosas vocalistas, Lucinda Williams, Joni Mitchell, o las nuevas Alela Diane (descubierta gracias al excelente blog de Fernando Navarro, La ruta americana) o Neko Case por citar algunas. Gillian hace ya un par de años que me acompaña, más o menos desde que se consolidó mi interés por esta música, con su fantástico Time (The revelator) del 2001 y vino de la mano del citado Ryan Adams, ya que comparten guitarrista, David Rawlings, en el caso del norcarolino de forma más ocasional pero al estar presente en el Heartbreaker le seguí la pista y descubrí que hacía pareja musical con una tal Gillian, la escuché y me capturó.
Una de las semillas Farmer
La chica es otra artista tranquila que publica con calma, cinco trabajos en quince años no matan de estrés a nadie. Al ser una urbanita el énfasis campestre es casi más pronunciado, la Welch nos canta desde la carreta perezosa en el camino, el toldo de sus melodías nos protege del sol pero nos permite respirar sin esfuerzo, David puntea las cuerdas y la vaquera voz nos va llevando. Si alguien aterriza de improviso en su Elvis Presley blues se queda a vivir una temporada sin pensárselo, la falsamente sencilla voz de la cantante se modula de forma suave y se muestra más que capacitada para pintar de detalles los versos. Son muy recomendables también sus The harrow and the harvest (2011) y Soul Journey (2003), contienen himnos soberbios como Tennessee o I made a lovers prayer que no permiten apagar el deseo de seguir en la compañía de la cantante. El camino es el viaje y la compañía excelente.
Existen más nombres que integran la troupe y podrían merecer reseñarse más ampliamente, me limitaré a citarlos para no convertir el texto en una procelosa aventura que nadie finalice.
En mi discografía Farmer se hallan también: Andrew Bird, Noble beast (2009), Annabelle Chvostek, Resilience (2008), Bowerbirds, Hymhs for a dark horse (2007) y Upper air (2009), la citada Neko Case, Middle cyclone (2009), Dot Allison, Room 71/2, Jakob Lewis, Bow and arrow (2010), Laura Marling, Alas I cannot swim (2008), I speak because I can (2010), A creature I don't Know (2011), Lou Rhodes, Beloved one (2006?, Bloom (2007), One good thing (2010), los hermanos Wainwright, Loudon y Martha con sus respectivas discografías, Sam Amidon, I see the sign (2010). Seguro que se irán incorporando algunos que aún no he detectado que casan mejor con esta etiqueta con la que actualmente poseen, esta sería la foto actual de este nuevo género que en este momenti componen una setentena de trabajos de los músicos relacionados.
La belleza pura
Fijándose en las fechas de las grabaciones se hace muy obvia mi inclinación reciente por ellas, creo que es una música que precisa de perspectiva vital para ser saboreada, estoy convencido de muchos de los discos alabados ahora hubieran sido denostados sin ningún temblor hace un par de décadas tan sólo. El disfrutarlos precisa de tiempos calmos, mirada de horizontes extensos y, por qué no decirlo, años en la espalda que atemperen efervescencias juveniles. Al ser una música que proviene de un género tan atlántico y que inunda las ondas en territorios lejanos a la Europa de siempre, es además comprensible que sea una elección minoritaria por estos lares, pero todo es encontrar los temas que den el acceso adecuado a esa sensibilidad y luego el germinar es una consecuencia natural.
Qué música te llevarías?










I wanted a mystery that couldn't be solved, 
I wanted a puzzle with pieces missing.
I wanted a story that couldn't be told,
Only the fishing part of fishing. 

Singing softly to me (tKoC) 

jueves, 13 de octubre de 2011

La indignación elitista

Uno es más que consciente, diría que carga con ello constantemente, de su status de privilegio generado por el azar. Habitante del primer mundo por nacimiento, ciudadano por el mismo motivo de una próspera y antigua ciudad mediterránea como Barcelona, feliz resultado de un hibrido entre madrileño y catalana (hijo de madrileño y asturiana, hija de reusense y oscense), marido afortunado, padre feliz, etc...
La estadística más rupestre me sitúa como un outsider en la normalidad estadística, más del 90 por ciento del resto de la humanidad está en peores, o muy peores, condiciones objetivas de vida. Sin necesidad de fijar la mirada en los continentes con aberrantes realidades de vida y desarrollo se puede exponer el dato de que ser un habitante (con todos los complementos de buena salud, economía solvente, entorno social sin aristas, etc..) de Barcelona es una lotería de la que uno no puede más que sentirse mil veces dichoso sólo que se compare con millones de ciudadanos de países menos afortunados en clima, tejido social, carácter lúdico, respaldo histórico, etc, etc. El destino, sea lo que sea esa cosa, me ha dejado caer en un chollo de condiciones que no tengo por menos que valorar. Todo ello es dicho para que el timbre de mi indignación no se module desde la estupidez ni la frivolidad. Los temas importantes por los que hay que indignarse, rebelarse y luchar son otros, pero de ellos ya van otros blogs llenos y tal vez Carlos se ocupe algún día. Mi proclama hoy es otra y brota de un hartazgo de años.
Cuando ha quedado claro que mi vida privilegiada no me ciega y que mi protesta podrá parecer muy banal, ya puedo exponerla: Estoy harto, pero muy, muy harto, de Steve Jobs y de todos los palmeros que tocan en su funeral. A ver gente, Jobs era un pijo de tres al cuarto que hizo unas cuantas cosas bien y un montón de cosas mucho mayor mal y que hizo la vida de sus congéneres más difícil. Steve, tanta gloria tengas como descanso dejas.
Mi tentación inicial cuando ayer por la noche pensé en esta entrada era dejar las cosas así, sin más. Hay ya tanta gente explicando lo brillante, visionario, cool y revolucionario que era Steve que me parecía una idea apetecible despotricar un poco de él y cerrar la entrada. Pero no. Quiero explicar, una por una, las razones que me llevan a estar indignado.
Mi primer motivo es la veneración a un multimillonario ególatra que ha muerto. Si dijera que no tengo nada contra los ricos mentiría y diría la verdad al mismo tiempo, me molestan las desigualdades sociales de forma profunda pero amo a la gente que disfruta ( y de esos muchos ricos saben un rato). Pero de esa ambivalencia personal jamás saldrá admiración por nadie. Soy un devoto del walkman, la auténtica revolución musical la produjo ese olvidado gadget, y no tengo ni el más mínimo respeto por Akio Morita, el dueño de la Sony que encargó un producto a sus ingenieros para poder escuchar óperas cuando jugaba al golf. Que el tipo hizo de la voluntad de un capricho la génesis de un artefacto genial, pues qué bien, no lo convierte en nadie. Jobs me parece algo así, se peleó con HP porque no creyeron en su idea y se largó con Wozniak a fundar su empresa (copiándole a los Beatles, que ya es mal gusto para copiar, el nombre de la misma) pues mira qué cosa. Apple tiene éxito y lo echan y luego le vuelven a contratar y entonces saca el Ipod cuando la marca de la manzana languidecía en el mercado y ... Muy bien, un empresario exitoso que inunda el mercado de sus productos (ahora hablaré de ellos), eso lo hace un modelo? un referente? ese tipo se merece situarse en el selecto grupo de personajes de los que aprender valores o conductas?, en serio que alguien lo equipara a Picasso, Shostakovich, Mandela, Pau Casals o Gandhi??? yo, evidentemente no y el runrún de los últimos días me parece zafio, se ha muerto Steve Jobs. Punto, lo lamento por su familia.
Cosas que no me gustan de Apple. El señor Jobs creó una empresa a partir de una idea propia visionaria que al cabo de un par de décadas abandonó (no sería tan visionario), el mundo sería un lugar lleno de ordenadores personales, HP no lo creyó, IBM no lo creyó y él fabricó el Mac (en realidad su socio Wozniak tiene bastante que decir al respecto) y crearon un gran producto (como el encendedor Bic o el Pump and Seals, por ejemplo). Pero en la génesis de ese producto ya se incluían algunos de los signos que me han irritado siempre de Apple (escribo desde un Mac, no soy fanático antinada, sólo que tampoco soy fanático de casi nada, salvo de Bach, Davis, Dylan, Wagner y del inventor de la cerveza). El producto de esa empresa tendrá siempre un sesgo elitista, será obsoleto al poco tiempo puesto que Apple lanzará novedades de forma continua del mismo producto que mejorarán a la versión anterior, mejoras que ya están inventadas, en algunos casos, cuando se produce el lanzamiento pero que no se incorporan para poder ofrecer una versión mejorada. Los productos Apple son cerrados, se manejan sólo con otros productos Apple y se pelean normalmente con los demás (la estúpida trifulca de los Ipad con Adobe es uno de los muchos ejemplos al respecto). Su dinámica de renovación de modelos deja sin opciones a aparatos que están en uso, la radio para mi Classic ya no se fabrica y eso que no era muy sólida (se me han muerto dos en tres años, a 59 euros cada una). El servicio posventa de Apple no existe, o te cambian el producto porque ellos consideran que es un error suyo (o porque logras engañarlos, un amigo les dijo que el Ipod se había muerto solo cuando su hijo lo había sumergido en la bañera y tragaron) o no lo reparan. Los productos Apple son más bonitos y por ello hay mucho de lo que se paga fruto del trabajo de diseño, si a veces son carentes de algunas prestaciones elementales ya se encargará Jobs de criticarlas en sus presentaciones "mundiales". Los productos Apple son más caros que los de la competencia, pero si no entiendes porqué, es que eres tonto (soy tonto). Los productos Apple generan una expectativa social de dimensiones planetarias, aunque haya que pagar a miles de matados para que hagan colas en los stores. Los productos Apple son los mejores porque lo dice Steve (ya te vale Jobs). Resumiendo, una marca con una idea fuerza de marketing muy potente que logra su nicho en el mercado, conozco a varios tipos más que interesantes abducidos por la manzanita, allá ellos. Todo lo expuesto no me hace sentir, de momento, la más mínima admiración por Jobs ni la más mínima comprensión por sus "hagiógrafos".
El Mac: Ya he dicho que tengo uno y estoy muy contento con él, es el mejor producto de la factoría Apple y tuve uno hace muchos años que abandoné por la absoluta falta de compatibilidad y por la cara de pasmados beatificados que ponían sus poseedores cuando hablaban de su maquinita. Cuando el precio del Mac se puso razonable nos compramos uno y es nuestro equipo de música, archivo de música y expositor de fotos y poco más. Para trabajar uso un PC portátil HP (sí, los que echaron al santo Jobs) con el que estoy más que satisfecho, pese a quien le pese hay muchas cosas que un PC hace mejor que un Mac y viceversa, por eso no me quedo con uno en exclusiva.
El Ipod: El timo mundial que más gente ha comprado desde la estampita. Para todos aquellos que aún están confundidos: Apple NO inventó el reproductor de MP3. Rio, Creative o iAudio ya existían cuando  Apple contrató a Tony Fadell para poder comercializar su producto, el Ipod (oh cielos, no lo inventó Jobs, no puedo creerlo). Tengo un Ipod classic de 160 gigas por una sola razón, la política comercial de Apple y la estupidez del mercado ha hecho desaparecer a la competencia en esa franja. No hay un sólo reproductor de MP3 con esa capacidad ni similar que no sea del manzano. Tuve un lector de CD y MP3 (aún lo usamos, verdad Mimaría) Iriver que sustituí par abandonar las eternas grabaciones de CD, otro Iriver, ya basado en un disco duro, de 40 gigas y no he tenido un aparato mejor, me lo robaron y al querer reponerlo me enteré que se habían retirado del mercado europeo. Me pasé a un iAudio de 60 gigas que fue mi orgullo durante el tiempo que la batería estuvo viva, cuando quise reponerla me enteré que se habían retirado del mercado europeo y no reponían piezas. Y me compré un Ipod, esa "maravilla" tecnológica que no se cuelga (a los quince días lo tuve que cambiar porque se había clavado), que suena mejor que los demás (hasta que no me cambié los auriculares de serie sonaba peor que sus dos predecesores), que es el símbolo de libertad (o lo manejas con Itunes, de Apple, en un Mac, de Apple y con los accesorios de Apple: mando a distancia, enchufe a la red, radio, etc. o vas de cráneo) y que te obliga a editar los créditos de toda tu música para poder leer lo que está sonando (más de dos años para arreglar toda la discoteca). Tengo muy claro que si aparece un reproductor de cualquier otra marca con una capacidad que me permita llevar la discografía básica encima me lo cambio sin pestañear, pero el mercado ha decidido que no hay lugar para otra marca. Es Ipod o es Ipod.
El Ipod 2: cosas que no hace o que no quieren que hagas. En un principio cuando adquirías un Ipod sólo podías escuchar música en él que pudieras probar que era tuya, o provenía de un disco ripeado en el Itunes registrado en tu ordenador, entonces te permitían cargarlo pero no te daban carátulas, o lo comprabas en su simpática tienda, el Itunes Store. Como la gente no es tan tonta tuvieron que permitir que cargaras música desde tu ordenador, fuese cual fuese el origen, pero tuvo que pasar un tiempo y aún hoy en día, en esos archivos, cuando los transfieres, el Ipod olvida muchas veces la carátula o algunos créditos y si lo haces desde un PC allá tú, tendrás menos prestaciones y no te irá del todo bien. Los chicos de Apple, siempre tan atentos, intentan que todo lo que metas en el Ipod no pueda salir, no te sirve como almacén de música, lo que tienes cargado sólo puede salir borrándolo, suerte que los programadores de PC son indiferentes a las prácticas abusivas y han diseñado cientos de programas que te lo permiten, y desde hace unos años, los chicos de Winamp (el mejor reproductor que jamás se haya hecho, ah sí, es de PC) te permiten gestionar el Ipod como cualquier dispositivo portátil, lo lee, lo reproduce, copia sus archivos en ambos sentidos, en fin, lo normal, pero como instales un Winamp en un Mac tendrás problemas, los manzanita boys son rencorosos. Un Ipod no te permite reproducir más que en el orden que ellos consideran y su criterio principal es el alfabético, oh sí, puedes reproducir en el orden de los tracks, si previamente has rellenado ese campo de los créditos o los archivos llevan la numeración en el inicio del nombre. Aún recuerdo el desconcierto de la primera vez que pongo Tanhauser y me vuelvo loco ante el desorden de piezas que me hizo escuchar, claro, el p.... orden alfabético. Todo el mundo sabe que los artistas piensan mucho en el orden alfabético cuando titulan sus creaciones. No puedes oír la obra de nadie de forma cronológica, no puedes elegir la canción que sonará después de la que estás oyendo, no puedes crear varias listas de reproducción mientras escuchas, ni puedes eliminar un tema, un álbum o un artista desde el Ipod, no sabe diferenciar dos álbumes con el mismo título de artistas diferentes (tengo varios Unplugged y varios Live y varios Greatest hits...) si entras por discos. etc. Todas estas cosas las solventaba sin problemas con mis reproductores anteriores, y además, tenían mando a distancia de serie, radio de serie, cargador de corriente de serie, y costaban la mitad, de serie. Amor por mi Ipod? Sí, a mi pesar, la música me puede.
El Iphone, no tengo, no me interesa, no me atrae, me importa un bledo (el chico va de la mano de los operadores más abusivos de telefonía, si es que lo tiene todo).
El Ipad. Aún no tengo, pienso comprar una tableta y es posible que sea Apple o que no lo sea. Es un artilugio que el mercado ha devorado sin saber para qué servía pero que me parece que para un uso de portátil doméstico de sofá tiene interés. Nunca me sustituirá mi ebook pero creo que tendrá un hueco en casa. Intentaré que tenga USB, que lea Flash, que sea muy compatible, que... Ay va, el Ipad no tiene todo eso y además, se me quedará obsoleto el día siguiente de tenerlo en casa.
Por todo ello, mi opinión de Jobs es la que es y no soporto la algarabía alrededor de su fallecimiento. Me indigna la veneración y tenía que escribirlo para poder irme a dormir. La entrada es una entrada airada (ya avisé en agosto que las habría) y por ello no trae fotos ni gadgets de regalo.
Bona nit.

El arco en las cuerdas

El cello es un instrumento especial dentro de un conjunto de objetos muy especiales. Los instrumentos musicales, sobre todo pero no solo, de verdad, pertenecen al universo de artilugios con magia interna y externa, ambas de una potencia inusitada y con interrelaciones densas. La magia interior la genera y la disfruta el músico cuando alcanza una relación mística con su apero. Conocidas son las Lucilles de BB o el Duport de Rostropovich, no importa tanto el prestigio o la marca, lo que hace aflorar la maravilla es la comunión que alcanza el instrumentista con el objeto, de esa relación única surge el mejor sonido, la música más honda.
El sonido brota, el arco acude a la cuerda
La magia exterior, que es la única que yo puedo aprehender, se genera en el impacto brutal que el sonido del instrumento provoca en un espectador oyente, es un sortilegio que sólo se puede disfrutar totalmente en los conciertos en directo. La combinación de ambas constituye una de las especialidades del cello, un instrumento de carácter meramente auxiliar en su inicio, allá por el XVI, y que en la actualidad luce con todo su fulgor, su peso dentro de las orquestas ha ido creciendo de la mano de compositores que han encontrado la luz propia que contiene (Vivaldi, Boccherini, Haydn, Beethoven, los románticos que lo encumbran: Schumann, Brahms, Dvorak, Mendelssohn, hasta el gran Shostakovich en el siglo XX). La sonoridad que posee, tan etérea y profunda al tiempo, lo convierten en un perfecto transmisor de los pasajes más íntimos que un compositor pueda crear; su hermano, el violín, es otro instrumento perfecto. pero no inspiró la composición de la obra que hoy comento, y eso, quedará siempre en su levísimo descrédito. Para interesados en este instrumento recomiendo el acceso a este completo estudio: http://es.scribd.com/doc/8443701/El-Violonchello
El redescubrimiento de un gran hombre
Un tal Pau Casals, con 13 años, descubre en una librería del casco viejo de Barcelona una partitura con la obra cumbre que se ha escrito jamás para el violonchelo, las Seis Suites a Violoncello Solo senza Basso BWV 1007-1012, el impacto que le produce el descubrimiento le lleva a trabajarlas en solitario durante más de una década, antes de de atreverse a interpretarlas en público y finalmente a registrarlas en 1939 en una grabación que sella el camino, que Mendelssohn inició en 1829 rescatando La Pasión según San Mateo BWV 244, de recuperación definitiva del más grande compositor habido, Johan Sebastian Bach. No parece casualidad que sea a través de sus dos mejores obras que Bach haya conseguido resituarse en el escenario musical contemporáneo, dos visionarios muy sagaces, Casals y Mendelssohn, las rescatan y la enorme consistencia de la obra del prolífico organista de Eisenach hace el resto y consigue que hoy en día nos parezca inaudito que sus composiciones no hayan dominado los escenarios de forma ininterrumpida. En casa nos repartimos de forma ordenada la preferencia por una de ellas, las suites para ella y la pasión para mí, ambos disfrutamos de la querencia ajena tanto como de la propia, pero la esclavitud de los favoritismo exige un orden y ese es el nuestro.
Pablo Pau dedicando una foto
Pau Casals es uno de los tres o cuatro mejores cellistas de la historia (la historia registrada obviamente, la no registrada, existe pero no es historia), fue un hombre extraordinario, hoy en día en que se glorifica a cualquiera conviene no perder de vista a este tipo de figuras, en múltiples facetas, demócrata convencido (se negó a tocar en los regímenes comunistas y en los fascistas), nacionalista cabal que no renegó de España ni de Cataluña (colaborador de la Lliga, fue propuesto para presidir en el exilio la Generalitat de Catalunya pero declinó cabalmente), activista musical hasta la extenuación (fundó el Festival de Prada entre otras muchas actividades), un hombre comprometido, pacifista sin denuedo (es muy famosa la alocución en las Naciones unidas, I'm a Catalan) y solidario (en 1926 crea la Associació Obrera de Concerts para acercar la música, por entonces un lujo, a las clases populares). Hay un detalle que siempre me ha acercado notablemente a su figura, toda su vida tuvo una relación especial con su nombre, al ser hijo de una tierra bilingüe usó de forma natural las dos formas de su nombre (aquí y en China... Ay Carod!!), Pablo y Pau, y contaba que prefería la de Pau por una razón particular: porque significa también paz en catalán.
Gracias a Pau y a Bach hoy puedo escribir, después de la entrada de Mi disco, sobre El disco de Mimaría. Esta extraordinaria mujer con tan buen gusto generalizado, no siempre porque yo le gusto, atina casi siempre en sus elecciones, y tratándose de música no podía fallar. Su obra preferida son las suites de cello, las ama intensamente, las disfruta como pocas personas he visto gozar de una música y las siente como si fuera Ana Magdalena y le hubieran sido escritas para ella. Tuve el placer de dárselas a conocer al poco de estar juntos y la primera versión que incorporamos a nuestra discoteca fue una recomendación de Toni, el tipo del FNAC, muy original.
Lo que Toni recomendó, el inicio de una pasión
Lo normal es que nos hubiera indicado las de Rostropovich o Casals, las dos indudables grabaciones de referencia, o si hubiera tenido un día salvaje las de Yo-Yo Ma, pero no. Señaló sin dudar la preciosa versión del cellista del Giardino Armonico y del trío Gaia Scienza, Paolo Beschi. La obra editada por el refinado sello Winter and winter, selecto editor entre otros de mis amados Uri Caine o Cassandra Wilson, es un preciosidad hecha en cartón y está grabada con el cello del luthier Carlo Antonio Testore de 1754 (hay mucha magia interna en esta relación músico-instrumento) propiedad de Beschi. La grabación es perfecta. La versión opinable (oi Xavier?) pero excelsa, los Giardino Armonico tienden a exhibir propuestas populares en su loable difusión del barroco, algunas grabaciones son notables y otras menos, pero el cellista entrega su alma en este disco y agradeceré siempre a Toni que nos lo descubriera, Bach se meditarraniza y la luz del Mare Nostrum insufla las seis suites, en la sexta, mi preferida el toque es mágico y le dota de una belleza, hija del a veces demasiado académico Casals, brillante, tan sólo por la versión del preludio ya tiene uno la sensación de haber acertado en esa elección. La primera suite, la preferida de Mimaría, también brilla especialmente, hay hondura bachiana en susurro marinero, la atmósfera de Brescia respira sin pausa.
Mi primer contacto con esta obra hermana también estos dos discos preferidos, los conocí al tiempo en la época que viví en el piso de mis hermanas y el hechizo que me provocaron (Davis y Bach) fue similar en su enorme dimensión, tantos años más tarde y siguen siendo obras capitales escuchadas con asiduidad. Pienso, en una reflexión hilvanada con leves alfileres, que ambas querencias son fruto de nuestros genes, la celta María, europea y, por ello, hermanada con el arte bello y ordenado, se embelesa con la cadencia del sonido puro y hermoso de un cello escribiendo el arte en hermosas volutas. En mi caso, debido al mediterráneo africano que me habita, solvento el afán musical con la esencia de la música primitiva más intensa y sublimada, la fusión total que surge del pulso de los paisajes más salvajes, el arte asimilado a la intensidad y al impacto, bello pero sobre todo, generado desde las vísceras. Belleza o fuerza, ambas son arte.
Un Bach perfecto, un viaje infinito
Mi vinilo, cuando se incorporó, fueron las de Rostropovich y puedo asegurar que tienen vectores cualitativos superiores a los del italiano. El maestro Mstislav fue otro extraordinario individuo y sólo se "atrevió" a grabar las suites superados los sesenta años y después de toda una vida estudiándolas. su versión es precisa y brillante, uno piensa que la interpreta entendiendo como nadie la escritura de Bach y tal vez, ese sea el único lunar que se le pueda hallar, hay demasiado poco del artista ruso en detrimento de la absoluta fidelidad. Yo creo que eso es otra herencia de Casals, el ruso fue alumno de su padre en el aprendizaje del instrumento y éste a su vez tuvo de profesor al catalán, y esta conexión tan directa debía impeler a Slava a buscar un camino propio, la opción de la fidelidad a la partitura como vía para salvarse de una recreación de Casals. La grabación es mesurada sin matices, intensa y exacta, los movimientos suenan desde la ejecución impecable del arco contra las cuerdas, el tempo, el color y los énfasis sonoros te hace dudar sobre si se puede tocar mejor. En todo caso, todo esto no son más que disquisiciones menores alrededor de una obra mayor y de unas versiones referentes.
Describir un sonido es difícil, una música casi imposible y una pieza como las suites, es una quimera, pero me permito la osadía de intentarlo y me sirvo de las etiquetas con las que Rostropovich tituló cada una de las suites. El texto de Mstislav que escribe y que acompaña su álbum es una delicia y una guía sensible en el transitar de las piezas.
Suite nº 1 en Sol mayor. La claridad. La suite preferida de Mimaría, es luminosa, muy profunda pero con  una absoluta presencia de detalle en las notas, es una música sin melodía pero con recorrido. Un proceso tan sencillo como el de la respiración, un fraseo genera la energía y el siguiente la libera, inspiración y expiración. Luz en el alma, mesura y claridad.
Suite nº 2 en re menor. Pesadumbre e intensidad. Entiendo al maestro cuando titula así la suite porque es una pieza que expele melancolía de forma natural, es tal vez menos compleja en su discurso pero se mueve en honduras mayores. El viaje evoca el lado sombrío, la paz de una añoranza vencida pero presente.
Suite nº 3 en Do mayor. El brillo. Cuanto acierto en esa etiqueta. La suite es un prodigio de énfasis en los sones, la cadencia fulgura matizada por leves contrapuntos apagados que la realzan aún más. El éxtasis es recorrido a través de los reflejos de sonidos muy puros, extraordinariamente expuestos en el transcurrir. Todo es muy sutil en el desarrollo, todo es un goce permanente a través de los contrastes.
Del maestro, hasta su texto
Suite nº 4 en Mi bemol mayor. Majestad y opacidad. El preludio de esta suite es uno de los fragmentos sonoros más extraordinarios que se puede oír, anticipa de forma precisa la pieza que se va a desarrollar a continuación. El cello suena serio, hechicero en su cadencia, solemne en sus sonidos, se permite a veces remontar el tono con rasgueos nobles, pero no hay joya, sólo serena belleza, sólo el timbre de una mirada soberana. disiento ligeramente del cellista, más que opacidad hay distancia altiva, que no altanera.
Sauite nº 5 en do menor. Oscuridad. Un camino lóbrego serpenteado por luciérnagas sutiles, la belleza pura de la cara oculta por la sombra. Bach recita una letanía sentida sin mesura y en su soliloquio el cello nos hiere, una y otra vez, el alma placenteada en lo opaco. Rostropovich apunta al goce intenso en cada escucha de la Sarabanda, no puedo más que darle la razón. Oro puro.
Suite nº6 en Re mayor. Luminosidad solar. Las primeras notas del preludio ya inflaman el ánimo, son el paso inicial de un ardor impenitente, el recinto donde se escuche cobra vida y el cello desnuda las sombras. Ave Bach, rendido me has. Mi suite preferida no posee más que un defecto, hace más pequeño y trivial el resto del universo. Hasta el contenido Slava se lanza a la fiesta de los colores en esta pieza y manifiesta en su texto que es la coronación de toda la obra y una sinfonía en sí misma.  El cielo se puede tocar.
Para acercarse al final de la entrada me parece oportuno y gracioso incluir una relación, no exhaustiva, de las apariciones de algún fragmento en obras visuales. Destaca el uso frecuente de Ingmar Bergman en sus películas (p. ej. Saraband), aparecen en: Master and commander, El pianista, Hilary y Jackie, La caída de los dioses, Crueles intenciones, Granujas de medio pelo, Another woman ... (más de 40 componen la lista). Dos series de prestigio las han incluído alguna vez: House y Expediente X, se usa en anuncios y hasta aparece en el video juego Gran Turismo IV (Si Bach levantara la cabeza!).
Mis primeras suites
Seguro que la preciada combinación de sonidos que conforman las suites ha sido usada en más ocasiones pero sirvan éstas como muestra.
Llegado a este punto no dejo de ser consciente de que es fácil deducir que muchas personas que jamás las escucharán las encontrarían monótonas y aburridas, no lo es tanto saber que pasaría si las escuchasen, y es seguro que se sorprenderían a sí mismos si se dejaran capturar por ellas (escucharlas en abandono), tal vez educarían un poco sus oídos rehenes de estribillos resultones. El resumen es muy sencillo, hay que embarcarse en ellas sin reservas y dejar que la magia obre.
Sea Casals, Rostropovich o Beschi, bienvenida la escucha de la música del alma. Gracias María por tu buen gusto.